Carlos ingresó iracundo a la sala. Frunció los labios y observó con disgusto a las parejas jóvenes que cantaban en el karaoke.
María Paz arrugó el ceño y miró cuando Carlos subió las escaleras sin saludar a nadie, como si esa siguiera siendo su casa.
—¿Qué hace tu hermano aquí? —averiguó María Paz acercándose a Joaquín.
—No lo sé mi reina, tal vez vino buscando a mi papá, en este momento voy a mencionarle las reglas de esta casa.
—Por favor no vayas a pelearte a los golpes con él —solicitó ella con angustia.
—Tranquila. —Sonrió y la besó.
****
Carlos giró la manija de la cerradura de la que era su habitación en la hacienda. Gruñó al ver que no abría.
—¡Maldición! —Bufó y se llevó las manos al cabello.
En eso observó a Joaquín aparecer en el pasillo.&nbs
Carlos tan insolente como siempre, que bueno que le pusieron las cuentas claras, por otro lado el señor Vidal tuvo que reconocer su error y ahora está muy feliz de que su hija tenga por esposo al duquecito.