Matthew
Un toque en la puerta del cuarto donde estaba descansando me hizo incorporarme.
—¿Sí?
—Señor, es hora, ya amaneció, así que comenzaremos la búsqueda.
—Enseguida salgo.
Respiré y recé porque los encontráramos pronto, con ese pensamiento me dirigí al baño, lavé mi rostro y una vez listo me puse en camino para buscar a los hombres. Ya todos estaban divididos en grupos, Alan me indica que debo ir con el grupo que cierra la búsqueda en el claro que da a la carretera principal, si ella está buscando una salida de seguro irá para allá. Acepto, porque sin lugar a duda quiero ser yo quien la reciba, necesito sentirla entre mis brazos y encerrarla ahí por un buen tiempo, hasta que me convenza de que estará a salvo. Debe estar tan asustada que de solo pensarlo un frío recorre mi columna al sentirme tan inútil como el hombre que debe protegerlos.
Nos dirigimos sin demora al bosque y cada partida se dirigió hacia su camino, comunicando de vez en cuando las posiciones que iban dejando atrás