El aire se volvió denso con la presencia de tantos lobos reunidos en un solo lugar. Emma podía sentir la energía en el ambiente, la mezcla de miedo, ira y determinación que flotaba entre ellos. La luna aún no estaba en su punto más alto, pero ya brillaba con una intensidad inquietante.
Diego se mantenía a su lado, su postura firme, pero su mandíbula apretada revelaba la preocupación que intentaba ocultar.
—No hay tiempo que perder —dijo en voz baja—. Si Marcus viene con todo su ejército, debemos estar preparados.
Emma asintió y dio un paso al frente, elevando la voz para que todos la escucharan.
—Esta batalla no es solo por mí o por mi manada. Es por todos nosotros. Marcus ha intentado destruir lo que somos, ha arrasado con nuestros hogares y ha matado a los nuestros sin piedad. Pero aquí estamos, de pie, listos para luchar. No peleamos por venganza. Peleamos por la libertad.
Los murmullos cesaron. Un silencio pesado cayó sobre los presentes. Y entonces, un lobo rugió en aprobación. Ot