...los camiones no tienen tanta suerte.
Retuve sus palabras con una mueca en mi cabeza mientras cerraba la puerta de mi habitación. Esta vez, le puse el seguro. Qué fastidioso. ¿Nunca cambia? El encuentro me había dejado un sabor amargo en la boca, un escalofrío que no tenía nada que ver con la temperatura.
El día ya empezaba a hacer bastante caluroso, así que tomé una ducha fría. Necesitaba despejarme, sacarme de encima la tensión de Ethan y la vergüenza de anoche.
Luego me dirigí a mi armario. Mis expectativas de hallar ropa que todavía me quedara se habían esfumado; casi todo lo que colgaba allí era de mi adolescencia. Sin embargo, en el fondo, encontré un vestido que recuerdo que muy poco lo usaba acá. Era un vestido liso, de tirantes, color azul pálido, que me llegaba un poco más atrás de las rodillas. Ahora que lo volvía a ver, no era tan feo. Era casual, justo lo que estaba buscando. La tela era suave, fresca, y el color pálido no daba calor.
Me lo puse. Perfecto.
Me peiné, dej