Mundo ficciónIniciar sesiónCali só pensava em finalmente se formar no ensino médio e dar adeus a cidade tediante que cresceu, queria fazer faculdade e viver sua tão sonhada liberdade. O que ela não esperava é que um desconhecido apareceria no quintal de sua casa precisando de ajuda a fazendo repensar em todos os planos que havia feito para sua vida. Principalmente quando descobre que o garoto é um vampiro, e um procurado por outros seres do submundo. Agora ela precisa decidir viver a aventura que sempre sonhou e ajudar o vampiro ou ir atrás de sua lierdade e viver sua juventude na capital e deixar o vampiro e a cidade pequena para trás.
Leer más—Hazlo, Leah. No te lo volveré a repetir. ¡Obedece o recibirás tu castigo!
La voz de Freya era una serpiente en su oído. Su “amiga”.La misma que compartió su primera transformación lunar, la abrazó cuando Lucian la eligió como pareja y ahora la amenaza… con una sonrisa.
—Si no vacías las reservas de carne seca esta noche, diré que me atacaste otra vez —susurró—. Y tú sabes cómo reacciona Lucian cuando cree que me hiciste daño.
Leah apretó los puños. —No lo haré —respondió, firme—. La comida apenas alcanza para el próximo ciclo. Si la manada pasa hambre por esto, podríamos perder a los cachorros menores. Freya suspiró y fingió una mueca de pena. —Qué lástima… Pensé que habías aprendido. … Pasaron las horas. Leah trató de mantenerse ocupada en los jardines. Recogió hierbas para las hembras preñadas. El dolor en el abdomen seguía leve pero constante. No se lo había dicho a nadie… aún. Estaba embarazada. Y, por un momento —solo uno—, se permitió imaginar un futuro con un bebé entre sus brazos.Uno que sí la amara y la mirara sin juicio.
No por su don, sino porque era ella.
—¡¿Dónde está Leah?! —rugió la voz de Lucian.
La manada entera se detuvo. Leah apenas tuvo tiempo de girar, Lucian la tomó del brazo con violencia y sus ojos dorados estaban enloquecidos. —¡¿Qué hiciste, maldita?! ¡Freya volvió herida! ¡Rasguños, moretones, sangre en su ropa! ¿Fuiste tú? —¿Qué? ¡No! Yo no… no la he visto desde la mañana —respondió, tratando de zafarse de su agarre. —¡Mientes! —gruñó, sin contener su ira. La zarandeó con tal fuerza que su cabeza golpeó una columna. El mundo giró y su corazón le retumbaba en los oídos. —¡Te dije que si volvías a ponerle un dedo encima…! —¡No lo hice! —gritó Leah, desesperada—. ¡Ella me amenazó! ¡Me pidió que robara alimento de la reserva! Una carcajada oscura estalló en el pecho de Lucian. —¿Y esperas que crea eso? —La levantó del cabello y entonces… llegó el golpe.Uno en la mejilla, otro en el abdomen, otro más.
—¡Basta! —gritó una loba joven—. ¡Va a matarla! —¡Alfa, por favor! —rogó un anciano. Pero Lucian no se detuvo. —¡No se acerquen! —ordenó—. Que aprenda lo que pasa cuando se mete con Freya.Y Leah… no se defendió. Porque ya no podía.
Cayó al suelo como una muñeca de trapo.
El mundo era rojo, su aliento, débil y sus piernas… húmedas.
Miró hacia abajo, sangre... mucha... demasiada.
No... no… ¡No!
—Lucian… —gimió—. Estoy…
Pero ya no la escuchaba. —No quiero que la sanen —escupió él, dirigiéndose a los curanderos—. No por lo menos en una hora. Quiero que recuerde cada segundo de este castigo. Y se marchó.Leah se quedó sola, bajo la nieve, con una luna que parecía esconderse.
Sintió que algo la abandonaba, un hilo de esperanza y... lo supo.
Había perdido a su bebé.
Su garganta soltó un sonido ahogado, no un lamento completo, solo una nota rota y con eso, murió algo dentro de ella.
Algo que jamás volvería.
… Sanaron su cuerpo, pero no su alma. Los curanderos se acercaron en silencio una hora después del castigo. Uno de ellos colocó sus manos temblorosas sobre el vientre de Leah, susurró oraciones y dejó que la energía lunar cerrara sus heridas. Cuando terminaron, se alejaron sin decir palabra. Leah permaneció en el suelo, sola, abrazada a sí misma. Su pecho vacío y el calor apagado de una vida que ya no estaba. Recordó su noche de unión.Lucian no fue tierno, no fue dulce, ni siquiera le dirigió la palabra.
Solo se dejó llevar por el instinto, como un lobo hambriento.
La empujó sobre la cama ceremonial y la tomó sin mirarla, sin tocar su rostro.
Leah lloró esa noche en silencio. Quiso creer que era normal, que los vínculos destinados no siempre eran dulces al inicio, que tal vez con el tiempo él llegaría a amarla.
Pero el tiempo trajo otra cosa.
Miradas robadas entre él y Freya. Risas privadas, horas enteras donde desaparecían juntos y rumores.
“Lucian y Freya fueron pareja cuando eran adolescentes.” “Dicen que aún se ven en secreto.” “A ella es a quien realmente ama.” Y todas las veces que Leah preguntó, Lucian gruñó y todas las veces que Freya lloró… Leah sangró. —No soy más que un oráculo con forma de loba —susurró—. Solo quieren lo que veo. No lo que soy. Fue entonces que se le cruzó un pensamiento. Huir.Si fallaba… que la mataran, pero si no… si tenía una oportunidad…
Durante el intercambio anual con el clan aliado, un carro saldría cargado con pieles y armas como tributo.
Ahí, debía ser ahí... pero necesitaría ayuda.
… Esa noche, Leah encontró a Liani, una loba joven que había presenciado todo. —Ayúdame —le suplicó—. Por favor. —No… no puedo. Si te ayudo, el Alfa me matará a mí también. —Perdí a mi bebé —susurró Leah, con la voz rota—. Y nadie le lloró. Nadie lo cuidó. Nadie… Liani lloró en silencio. Su corazón se hizo pedazos. Se conocían de toda la vida y sabía que Leah era la loba más bondadosa y dulce de toda la manada. Nunca entendió por qué todos la despreciaban. Finalmente, asintió. —¿Qué tengo que hacer? —Ayúdame a esconderme en el carro que llevará el tributo. Haré que el Alfa me dé otra golpiza. Si me hiere, no sospecharán que intento huir. Me verán débil, sin peligro. —Leah… —la joven dijo entre sollozos—. ¿Está usted segura? —No tengo nada que perder. Nadie sospechará de ti. —Levantó su mano derecha, en señal de juramento. … Horas después, Leah se presentó en el salón del consejo, con la cabeza en alto y el corazón expuesto. Lucian estaba ahí. Con Freya a su lado, con esa cara de inocente tan contraria a su corazón malvado. —Alfa —dijo Leah con voz clara—. ¿Sabes? A veces sueño que le corto la cabeza a tu amante con mis propias manos. Un silencio sepulcral cayó en la sala. —¿Qué dijiste? —gruñó Lucian. —Que tu “compañera de infancia” debería pudrirse como la víbora que es. Lucian sonrió. Una sonrisa fría. —Parece que no aprendiste la lección. La golpeó, más fuerte que nunca. Entre fingidas súplicas de Freya para que se detuviera y la impotencia de los demás. Desde lejos, Liani observó todo, corrió al lobo sanador que la pretendía. —Por favor… ayúdala. Por mí, por favor. El lobo dudó. —No. El Alfa me matará. —Por favor —lloró la joven y se arrodilló ante él. —No puedo sanarla del todo —dijo, resignado y con el corazón frenético en el pecho—. Pero haré lo suficiente. …Leah fue sanada a medias, aún débil con heridas semi expuestas.
Se arrastró esa noche hasta el carro, mientras la joven vigilaba.
Se deslizó bajo las pieles, no respiró, no pensó, solo deseó... Salir.
Vivir o morir, al menos lo habría intentado.
El carro se movió y cuando estuvo lo suficientemente lejos, saltó.
No gritó, solo corrió y corrió.
No en forma de loba, su cuerpo no lo soportaba. La marca del vínculo ardía en su busto como fuego, pero no se detuvo.
Y justo en ese momento… su don se activó.
Una energía azul se liberó de su busto como un grito del alma, un pulso de rabia, poder y desesperación.
Todo se volvió blanco y luego… nada.
…
Abrió los ojos, el cielo era gris y el bosque, extraño.
Un hombre la miraba desde arriba. Alto, de hombros anchos y ojos fríos.
—Vaya, vaya… —dijo con tono burlesco—. La ramera del Alfa Lucian. Nunca pensé que terminarías tirada como una perra callejera.
Leah apenas pudo levantar la cabeza. —¿Quién… es usted? El hombre se inclinó y le mostró los colmillos. —Soy el Alfa del clan del Este y eres el arma perfecta para acabar con el maldito Lucian.— Como assim tudo? Lion me encarou como se não quisesse responder, mas sua boca se moveu mesmo assim. — Me ensinaram desde criança tudo o que é preciso saber sobre vampiros. Então eu apenas sei. Cali… — Me conta o que sabe — pedi, na verdade, meu tom de exigência. Como assim ele foi ensinado? Lion nunca aparentou sequer acreditar em seres sobrenaturais, e agora estava me dizendo que é formado em vampirismo? — Eles são perigosos — Lion respondeu enquanto pegava o celular e mandava mensagem para alguém — São fortes, poderosos física e politicamente no mundo e extremamente persuasivos. São como cobras e você não pode confiar nele, Cali. Meu amigo guardou o celular e seu olhar se perdeu à nossa volta, como se ele estivesse procurando algo ou alguém, mas então o que ele disse penetrou minha mente. — Nele? Você sabe sobre o Draco? Sabia antes de eu te contar? — Lion começa a se balançar parecendo ficar mais nervoso — pra quem você estava mandando mensagem? Antes que ele respondesse
Os olhos castanhos claros de Lion me encaravam com atenção enquanto eu vomitava tudo que havia acontecido na noite anterior. Nesse ponto já estávamos perto da escola, mas havíamos parado na calçada e sentado no meio fio para que eu terminasse de contar sobre a aventura no meu quarto. — Um vampiro? — Questionou Lion, parecendo em choque. — Tem um vampiro nesse exato momento dentro do seu quarto? Ele ainda estava me encarando com os olhos levemente arregalados, me senti um pouco louca para ser honesta. Falar em voz alta sobre isso para outra pessoa fez tudo parecer surreal demais. E talvez realmente fosse.— A não ser que você tenha me pregado uma peça realmente no fim das contas, sim. Tem um vampiro no meu quarto.Eu esperava que meu amigo risse da minha cara. Que zombasse da minha sanidade, mas o que ele fez acendeu um alerta escondido dentro de mim. Ele ficou puto. — Você está louca? O que você pensa que está fazendo Calíope? Você abrigou a porra de um vampiro? — Ele se levanto
— O que você quer? — perguntei. — Diminua esse tom ao falar comigo — exigiu minha mãe. Eu tinha dezessete anos, muitos hormônios e revolta dentro de mim, mas eu sabia que deveria respeitá-la. Só que era complicado fazer isso quando ela tornava tudo tão difícil. — Agora lembrou que é mãe? Que tem uma filha para cuidar e não uma que cuida de você? — Calliope! Chega disso. — Ela respirou fundo e apontou para o sofá na sala — quero ter uma conversa importante com você. Por favor! Uma parte de mim temia sobre o que ela queria falar, se tinha algo a ver com a noite anterior. Outra parte desejava que não fosse a ladainha de sempre. “Vou mudar agora, sem mais bebida.” “ Vamos voltar a ser uma família.” Nunca durava mais que alguns dias suas promessas. Ainda assim fiz o que ela pediu e fui para a sala, nossa casa não era enorme, mas grande o suficiente. A sala era aberta para a cozinha, um sofá de três lugares confortável ficava embaixo de uma das janelas, a estante com TV de frente par
Acordei com a claridade entrando pela minha janela. Minha mente estava letárgica, mas não era uma sensação ruim. Meu corpo embora parecesse lento demais para se mover, não era como se estivesse sonolenta ou cansada com os membros pesados demais. Eu me sentia o oposto disso, eu estava descansada como nunca antes. O ar parecia deslizar graciosamente pelos meus pulmões, minha cabeça não estava cheia com pensamentos demais, eu sequer senti a necessidade de me espreguiçar. Foi o melhor sono da minha vida! O relógio no meu celular marcava seis da manhã, eu costumava acordar às sete e sempre com cada pedaço do meu corpo e mente reclamando. Eu não só tinha acordado bem e disposta como tinha despertado antes do meu horário. Me levantei da cama e procurei por Draco. Não o encontrei de pé na janela, ou na poltrona do outro lado do quarto. Não estava sentado na minha escrivaninha de estudo também. Onde ele tinha se enfiado? Será que eu tinha sonhado com ele? Não, foi real. Eu não sou maluca
O que isso deveria significar? Continuei o encarando esperando que ele entendesse a pergunta que pairava em minha mente e prosseguisse. O que ele não fez, e quando Draco abaixou a cabeça para encarar suas mãos resolvi perguntar:— Achei que tinha dito que era um vampiro — desdenhei me virando para encarar o teto — agora você é amaldiçoado, se decide aí.— Ser vampiro é uma maldição. A minha maldição.— Você está fazendo parecer algo horrível.Ele emitiu um ruído de irritação que me fez virar para encará-lo novamente. Ele parecia não acreditar no que estava vendo ao olhar para mim, mas acho que tinha mais a ver com o que havia ouvido sair da minha boca. Eu não entendi.— Você está se ouvindo?Dei de ombros e voltei a encarar as rachaduras no gesso do teto.— Posso ter sido influenciado por série e filmes, até mesmo por crepúsculo, mas ser vampiro não me parece uma existência tão ruim assim. Pelo menos não tão entediante quanto a minha nessa cidade. Ele rosnou, baixo e grave.— Você nã
Enquanto Draco limpava o sangue do meu quarto me toquei que minha mãe deveria ter visto o sangue em direção ao meu quarto pela casa, talvez por isso ela estivesse tão nervosa, não apenas pelo barulho. Amanhã teria que inventar uma desculpa para aquilo, ou não na verdade. Poderia misturar verdade com mentira e contar sobre o lobo que encontrei na floresta, então inventar que me sujei no seu sangue. Faria Draco limpar aquele sangue também. — Você deveria dormir — falou Draco enquanto passava o pano molhado pelo chão e o torcia no balde que peguei para ele. — Enquanto um vampiro assassino reside sob o mesmo teto que eu? Não acho uma boa ideia. Ele riu. Eu estava deitada na minha cama depois de tomar outro banho, embaixo das cobertas como se elas fossem me proteger do mal quando o próprio mal encarnado estava passando pano no meu chão. — Eu não sou um assassino — sua voz saiu baixa, quase amedrontadora, porém mais como se ele não quisesse falar aquilo. — Você acabou de tirar uma





Último capítulo