Capítulo IV. "Descubriendo las trampas"

Cathaysa.

Esa noche, me adentre en un mundo de perversión donde, nuestros cuerpos no se agotaban de disfrutar del otro, de gemir, gritar, suplicar, y exigir, hasta que extenuados, nos dormimos uno en brazos del otro.

Cuando desperté me permití uno segundos y mirarlo mientras dormía, antes de que la culpa me asaltara. Era el hombre más atractivo que había visto en mi vida, incluso dormido, su boca tenía esa expresión de diablo tentador. Aun recordaba como cada vez que entraba en mí, sus ojos azules me hipnotizaban, haciéndome sentir especial.

No sé por qué un hombre tan atractivo, y con tanta potencia sexual, no había practicado sexo hasta ahora, aunque, desde luego mucha práctica no necesitaba, es típico genio, que lo hace todo bien a la primera, después de unas explicaciones teóricas. Sino me dirás como sabia donde tocarme, como hacerlo, y hasta qué punto podía llevarme, para que yo terminara rogándole que me volviera hacer suya.

Decidí que ya era hora de volver a la realidad, y desde luego lo primero de todo, era decirle William que nuestro compromiso se había roto. Miré a mi amante eventual, mi primer amante, y tras besarlo mientras dormía, salí de la cama para vestirme. Me di cuenta que no podía usar la camisa que había traído, el comestible escoces, las había deshecho entre sus manos. Y la verdad, que para lo que me hizo después de varias horas de sexo alucínate, valía la pena perder una camisa de seda.

Miré a mi alrededor que podía, usar no podía salir en sujetador y minifalda. Vi una chaqueta de mi atractivo seductor, así que me la puse y caminando con dificulta, ya que, tras la gran noche de sexo, mi cuerpo se encontraba adolorido, y de seguro que más de un moretón, aparecería en mi cuerpo, exactamente como los arañazos y los moretones que podía vislumbrar desde la puerta, en el cuerpo perfecto, de mi highlander, haciéndolo aún más deseable.

Deje una nota agradeciéndole haberme hecho pasar la noche mejor de mi vida, le decía que por ahora no podíamos contactar, que había algunos asuntos que debía resolver, pero que tras un tiempo que las agua se hubieran calmado deseaba volver a verlo, que le devolvería la chaqueta en cuanto pudiera, así ambos teníamos algo del otro, me quité mi collar de oro con mi nombre, regalo de mi madre, y lo deje junto la nota, me dipodia a salir, cuando me llamó la atención que sobre una de las mesas auxiliares, había una revista de negocios, pero lo que me atrajo, fue la foto que había en la portada. Era mi highlander, vestido con un traje chaqueta oscuro, parecía un guerrero moderno, y mi boca se volvió a salivar, me imaginaba arrancándole ese traje, para devorarlo entero.

-" Ya está bien levas toda la noche sin hacerme caso, puedes parar"- me dijo mi conciencia después de una noche de ser amordazada y tirada en un baúl. -" Estas tan salida, que ni te das cuenta que ahí pone como se llama el hombre con la te has pasado la noche."- miré el nombre y mi mundo se abrió sobre mis pies, no sólo me había vuelto una loca, acostándome con el primer desconocido que me hizo temblar los pies, sino que era ni más ni menos el tío de mi prometido.

Casi grito de la incredulidad, y para colmo él sabía quién era yo se lo dije cuando nos conocimos. tenía que salir de allí, pero ya. ¿Qué clase de tío se acuesta con la prometida de su sobrino?.

-" Ahora te entran las prisas, después del té has comido el pastel, muy bonito."- mi conciencia es como se dice en mi isla, un guineo, aparece para destrozarte, cuando tú ya te sientes culpable. -" la pregunta seria gran princesa guanche, ¿Cómo tú que sabias que estabas comprometida, te acuestas con un hombre que acabas de conocer, que de paso es el tío de ti prometido?"- decidí no contestarle, o la volvería a amordazar para tirarla al mar.

Salí de la habitación con cuidado para evitar ver periodistas, gracias adiós todos estaban durmiendo en el suelo del hotel, y no me prestaron atención.

Cuando llegué al parking recordé que había dejado la nota, pero yo no tenía tiempo de volver, ahora, lo primero conseguirme una camisa e ir al piso de William a explicarle todo. Pero atendiendo a la ley de Murfy o a mi mala conciencia, no encontraba las llaves de mi habitación del hotel, las había perdido en algún lugar, seguramente en la habitación en la que di rienda suelta a la mujer salvaje que llevo dentro.

Así me cerré bien la chaqueta y me dirigí cabizbaja al piso de William, cuando llegué, el portero, me dio otra mala noticia me dijo que había salido hacia dos horas hacia su oficina, eso sí me pareció extraño, William era muy bueno conmigo, pero para el trabajo era un poquito vago, no solía ir tan temprano.

Decidí ir a verlo a la oficina esta hora no habría nadie y podríamos hablar tranquilo. Llegué en taxi a la oficina, sólo estaba el recepcionista y el guarda de seguridad, era muy me conocían, si les extraño verme con una chaqueta de hombre y despeinada, no dijeron nada.

Subía por el ascensor cuando me comenzó a vibrar la chaqueta, noté que había un iPhone dentro, lo miré y un número que conocía se reflejaba en la pantalla.

-" ¡Ese es mi número!"- descolgué sin pensar, y fue como revivirlo todo cuando la voz del hombre más sexy que conocía y que me había seducido, toda la noche con mi colaboración inestimable, llegó a mis oídos, de forma exigente.

-" ¿Dónde estás?, sabes que aparte de tu collar, te has dejado tu camisa, unas llaves y tu móvil. De paso te has llevado el mío y mi chaqueta."- yo no sabía que decir me había quedado paralizada, mientras caminaba por el pasillo, en dirección a la oficina de William.

-" ¿Por qué no me dijiste que eres el tío de William?"- le pregunté, casi cerca del despacho. Duff Sinclair permaneció callado, durante unos segundos, pero cuando fue a responder, unos fuertes gemidos del la puerta a abierta del despacho de mi prometido, nos silenció a los dos.

Desde donde estaba, veía como William, estaba dándole duro a una pelirroja, sobre la mesa de su despacho, de espaldas a mí, ambos gemían como animales, eso era sexo sin contemplaciones, la sujetaba del cuello mientas la penetra, con fuerza.

La llamada se cortó para a continuación se iniciara de nuevo una vibración, era una video llamada, entendí lo que pretendía el tío de William, así que pese a que estaba enfada con él, descolgué la video llamada y cambié la cámara para que viera a su sobrino en plena acción.

Yo no iba a intervenir, de hecho, esto me beneficiaba para terminar mi relación con él. ¿No había estado yo hace unas horas haciendo lo mismo? Mi conciencia culpable no me permitía juzgarlo.

Me disponía a cortar la llamada e irme, me sentía como una puta voyeur, cuando unas palabras que intercambiaron la pelirroja y mi exnovio, me llamó la atención.

-" ¿Estás seguro que esta mañana saldrán en los noticieros, la aventura entre tu tío y tu prometida, la tontita esa?"- dijo la bruja mientras gemía como una gata.

-" Si lo preparé todo perfectamente, drogué el licor preferido de mi tío con un afrodisiaco muy fuerte. Y mandé a la virgencita españolita a la habitación para que mi tío se la tire, y la violé"- dijo mientras giraba a la pelirroja para darle por detrás, tirándole del cabello mientras le penetraba con dureza.

Yo apenas podía creer lo que estaba oyendo, el mal nacido, nos había puesto una trampa. Lo que no entendía era el motivo. ¿Qué era lo que perseguía?.

-" ¿Pero y si obligan a casarse a tu tío con la idiota, será de seguro el heredero, según las normas de tu abuelo?"- dijo la perra aun gimiendo.

-" Mi tío tiene su propia empresa, no querrá casarse, no le he conocido novia ni pareja, seguro que es hasta gay. Además, si viola a una virgen, eso lo deshonrara más a ojos de mi abuelo. La familia de la idiota es muy influyente, sus hermanos son dos energúmenos que, mataran a mi tío cuando se enteren lo que hizo, y yo por mi silencio y el trauma psicológico, de ser humillado públicamente por mi prometida, recibiré una pequeña fortuna, que junto con la empresa de mi padre, me dejará vivir muy bien. Ahora cállate y chúpamela."- el asco que me dio casi me hace vomitar. Me aleje del despacho porque ya ni aguantaba las nauseas.

-" ¡Diosa, vamos a casarnos!. Vamos hacer pagar a ese desgraciado, por todo lo que nos ha hecho y pretendía hacer a nuestras familias"- la voz de mi amante salió por el teléfono, cortándome las náuseas, mientras la sangre me hervía.

-" Si, Duff Sinclair, seré tu esposa, y nos vengaremos de esa rata."- le dije casi sin pensarlo. Por la rabia que sentía.

- "En mi despacho en las oficinas principales de DS Group, en dos horas, debemos planearlo todo bien"- me dijo.

-" ¿Por quién pregunto? ¿Qué puesto desempeñas en esa gran compañía?"- le pregunté, saliendo del edificio de las empresas Sinclair.

-" Preciosa, soy el accionista principal, soy el presidente. Eres la prometida de el presidente del DS Group, y te dejaran entrar o están despedidos. ¡Ah! Una pregunta, ¿William te dio un anillo?"- preguntó.

-" Se suponía, que me lo daría, en la fiesta de compromiso del viernes."- le dije.

-" Bueno ese día habrá una celebración, pero será nuestra boda, te espero mo bhan-dia nymph"- dijo y colgó.

Otra vez me había llamado así, anoche me lo llamo varias veces, y me encantaba cuando hablaba en gaélico, ¿que significaría?, tenía que averiguarlo, le preguntaría a Mary, pero ahora debó cómprame una camisa para asearme e ir a ver a mi futuro marido. También, debía llamar a mis amigas para contarle que ya no era virgen, y que me iba a casar, con el tío de Mary. Esperaba que no se enfadara.

Lo mejor que ser la esposa de ese guapo highlander, era que, me daría vía libre para disfrutar de ese cuerpo, que me hacia sudar con sólo pensar en él, como ahora. ¡Dios, lo que daría por estar de nuevo en su cuarto y en su cama!.

-" ¿ Pero en que me has convertido Duff Sinclair?"- Mi conciencia aun enfada conmigo tras olvidarla de manera tan abierta toda la noche, decidió enmudecer, su silencio me decía todo.

Pero aun quedaba lo peor, hablar con mi padre e impedir que los hombres de Harrison mataran a mi hombre, antes de casarme.

-" Te lo dije Cathaysa Bencomo, no se te puede dejar sola."- salió la m*****a.

-" ¡Oh, cállate, que tú también lo disfrutaste!"- le dije en alto y sin más volvió a enmudecer.

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