Capitulo #2: Un heredero o el divorcio

✧ Denver, colorado

El sol de la tarde se filtra por los altos ventanales de la mansión Hudson, tiñendo el estudio de diseño de Evette More con un halo dorado. Es su santuario, un espacio donde el caos de la creatividad se fusiona con la meticulosidad de su genio. Sus dedos se deslizan sobre el croquis digital de un sofá modular, perfeccionando las curvas, ajustando las proporciones.

La madera, el diseño, las texturas, todo danzaba en su mente con una armonía que pocos pueden comprender. Evette no solo diseña muebles; esculpe experiencias, teje emociones en cada patrón textil, pinta atmósferas con cada paleta de color. No en vano es la diseñadora de interiores más prestigiosa del momento, una joya para la empresa Hudson, la eterna rival de los Cavalier en el implacable mercado de la madera.

La rivalidad entre los Cavalier y los Hudson es una saga milenaria, un drama corporativo que alimenta los titulares de los periódicos y mantiene a los magnates en vilo. Ambos clanes, pilares de la industria maderera, se disputan la supremacía con una ferocidad casi medieval.

Mientras los Cavalier se jactaban de su legado y su impecable fabricación, los Hudson habían encontrado en Evette su arma secreta. Su talento aporta una ventaja innegable en el diseño de interiores, haciendo que sus piezas no solo fueran funcionales, sino verdaderas obras de arte habitables.

Evette, sin embargo, vive un poco ajena a gran parte de esa contienda; su batalla personal es con las dimensiones, la luz y la ergonomía. Su universo, en este momento, gira en torno a Mark, la sola mención de su nombre pinta una sonrisa en los labios de Evette. Su esposo. El hombre que la ha llevado a una vida de lujos y como joven diseñadora independiente, la ha elevado a un nivel que nunca pensó tener.

Cada día suspira en las nubes de un amor que cree inquebrantable, pero sí, pensándolo bien, ha sacrificado muchas cosas por él.

Aunque con esos ojos intensos, su sonrisa segura y su presencia imponente, Mark es el epítome del esposo perfecto. Un empresario astuto, sí, pero también un amante atento, un compañero que recuerda cada detalle de sus vidas y todos sus gustos los complace.

Viven en una mansión que también es el epítome del lujo, con jardines que parecen sacados de un cuento de hadas y un personal discreto que anticipa cada necesidad.

La relación, para Evette, es una sinfonía perfectamente orquestada, un futuro sin precedentes ni sombras.Pero, como todas las sinfonías, incluso las más hermosas, a veces surgía una nota disonante, una discordancia sutil que amenazaba con romper la armonía. Para Evette, esa nota es un susurro persistente, un eco de una conversación silenciada que se niega a desaparecer por completo: La urgencia de un heredero.

Ha sido una conversación casual al principio, una mención efímera de la presión familiar. "Los Hudson necesitamos un heredero, cariño. La línea debe continuar", había dicho Mark una noche, con una ligereza que en ese momento pareció amenazante.

Evette lo había atribuido a la típica presión de una familia poderosa. Ella misma soñaba con niños, con ver a un pequeño correr por esos vastos jardines, con llenar el estudio de risas y crayones. Pero el tiempo pasa, y ese sueño, para ella, se ha vuelto esquivo, simplemente no quedaba embarazada, eso la atormenta cada segundo de su vida.

Él, con su optimismo innato, siempre dice:

-Ya llegará, amor. No te presiones. Nuestro tiempo es perfecto.—Pero su tiempo perfecto sin ella saberlo, tiene una fecha de caducidad.

El zumbido del teléfono sobre la mesa de cristal la saca de sus pensamientos. Es Cynthia. Mano derecha y asistente ejecutiva de Mark, pero también su mejor amiga, su confidente, el pilar sobre el que Evette se apoya cuando el peso de su dolor la abruma—

•-¡Evette!, ¿Todavía estás perdida en tu universo del diseño?, se supone que saldríamos a almorzar.—Dice Cynthia con su voz vivaz, que siempre lograba arrancarle una sonrisa—

•-Lo siento, Cyn. Estaba terminando esto para la reunión de mañana con los inversores.—Respondió Evette, mirando el reloj. Son casi las dos de la tarde—

•-Mark me llamó. Dijo que te recordara lo importante que es la reunión de esta noche. Su padre quiere hablar con los dos. Dice que es urgente.—Cynthia suena un poco más seria de lo habitual. El corazón de Evette da un vuelco. El padre de Mark, el patriarca de los Hudson, un hombre de pocas palabras y mucha autoridad, no convoca a reuniones "urgentes" a la ligera. El fantasma del heredero volvió a cernirse sobre ella—

•-Mark te dijo de qué se trata?.—Preguntó Evette, ella no tuvo el valor de preguntarle a su esposo el porqué de esa reunión. Un nudo en su estómago comenzó a formarse—

•-No. Solo que su padre parecía muy... Decidido. Pero tú tranquila, ¿vale?. Seguro es alguna cosa de negocios que quieren compartir.—Intentó tranquilizar Cynthia, aunque su tono no logra disipar la creciente ansiedad de Evette.

Evette se despide de Cynthia, prometiendo llamarla después de la reunión. Se levanta de su silla, su mirada vagando por el estudio. La "perfección" de su vida de repente parecía frágil, construida sobre una base de arena.

El amor de Mark, ¿sería lo suficientemente fuerte para resistir la embestida de la tradición familiar? ¿O la presión del apellido Hudson, es más poderosa que cualquier juramento de amor eterno?.

****

Esa misma tarde, la mansión, que siempre había sido su refugio, se sentía como una jaula dorada. Los silencios de Mark, que antes eran cómplices, ahora parecían llenos de palabras no dichas, de expectativas no cumplidas.

Él llegó a casa más temprano de lo habitual, con un traje impecable y una expresión sombría que rara vez adorna su rostro—

-Evette, ¿estás lista?, mi padre nos espera.—Dijo, su voz tensa, casi carente de su habitual calidez—

-Estoy lista, amor. ¿Está todo bien?.—Preguntó Evette, intentando descifrar la frialdad en sus ojos.

Mark suspiró, su mirada eludiendo la de ella— -Hablaremos con mi padre. Él explicará..—Evette un frío electrizante en la boca del estómago, trató de respirar, tomó su cartera, el brazo de su esposo y se dijo a sí misma que todo estaría bien.

El salón principal de la mansión Hudson es un estudio de poder y opulencia. Muebles antiguos, tapices persas y retratos de ancestros Hudson adornaban las paredes, cada uno exhalando una historia de éxito y dominación.

El padre de Mark, el señor Arthur Hudson, está sentado en su sillón de cuero, una figura imponente incluso en la vejez. Su rostro es un mapa de arrugas profundas, grabadas por años de decisiones difíciles—

-Buenas noches, padre.—Dijo Mark, con una reverencia que Evette rara vez veía—

-Buenas noches, Arthur.—Evette se adelantó para saludarlo, pero él apenas le da una mirada—

-Sentémonos.—Ordenó Arthur, su voz grave resonando en el vasto salón. El aire se volvió denso. Evette se sentó junto a Mark, la mano de él sobre la suya, aunque su tacto se siente distante distante.

La reunión no es "alguna cosa de negocios". Lo supo al instante. Arthur se aclaró la garganta—

-No voy a andar con rodeos. Mark, eres mi único hijo. El legado de los Hudson depende de ti. La empresa es próspera, pero un apellido sin un heredero es un árbol sin raíces.—El corazón de Evette empezó a latir con furia contra su pecho. Sabe adónde va esto—.Hemos sido pacientes, Evette. Has estado casada con mi hijo por tres años. Tres años sin un sucesor. Entiendo que estas cosas llevan tiempo, pero el tiempo se agota.—La voz de Arthur es fría e implacable—. Mark, para finales de este año, si no hay un embarazo en curso, una prueba irrefutable de que nuestra línea continuará, te pido que consideres seriamente el divorcio.—La palabra "divorcio" golpeó a Evette como una ráfaga de viento helado.

¿Un heredero o el divorcio?..

Esas palabras rompen el alma de Evette. El salón gira a su alrededor.

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Liliana santos.

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