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UNA VIL MENTIRA. En los brazos del enemigo de mi esposo
UNA VIL MENTIRA. En los brazos del enemigo de mi esposo
Por: Liliana Santos
Capitulo:#1.El Arquitecto de silencios y legados

✧ Denver, colorado

✧ Alexander Cavalier

Alexander no es simplemente un hombre de negocios; es una fuerza de la naturaleza, esculpido por la disciplina y la exigencia de un legado centenario.

Desde que sus pies tocaron el suelo de la opulenta mansión Cavalier en Denver, Colorado, su vida ha estado entrelazada con el destino de su empresa familiar.

No se trata solo de vender madera; se trata de preservar un imperio forjado con la visión de su bisabuelo, la tenacidad de su abuelo, y el sacrificio silencioso de su padre. La madera no es solo un producto, es la sangre de su linaje, un vínculo sagrado con la tierra y con su historia familiar.

Su apariencia es un reflejo de su mente, precisa, impecable y formidable. Alto, con una complexión atlética cincelada por el ejercicio riguroso, cada traje que viste parece una segunda piel, confeccionado a medida para acentuar su figura poderosa. Sus ojos de un verde tan profundo que a menudo se confunde con el verde de los bosques de su familia, son su rasgo más distintivo; en ellos reside una inteligencia calculadora, una frialdad que intimida y una perspicacia que rara vez pasa por alto, algún detalle.

Su cabello rubio oscuro, peinado con esmero, y una mandíbula definida completan la imagen de un hombre hermoso de una manera clásica, casi escultórica.

La vida de Alexander es una sinfonía de ritmos medidos y estrategias calculadas. Cada día comienza antes del amanecer, con una rutina de entrenamiento espartana seguida de una inmersión total en los mercados globales de la madera. Sus departamentos y sus oficinas son extensiones de su propia disciplina; minimalistas, funcionales y con una vista imponente de la ciudad. No hay espacio para el desorden, ni físico ni mental.

Sus gustos son tan exquisitos como su persona. Amante del arte abstracto y la arquitectura brutalista, sus residencias son templos al diseño moderno, despojados de cualquier ornamento innecesario.

Aprecia la gastronomía de vanguardia, los vinos añejos y la soledad de su biblioteca, donde se sumerge en volúmenes de historia y estrategia militar, buscando patrones, entendiendo el poder del movimiento y el contraataque.

Las mujeres en la vida de Alexander son muchas, pero su presencia es siempre efímera, discreta. Su cama es un lugar de placer, no de compromiso. Las modelos, las empresarias ambiciosas, las socialités; todas desfilaban por su vida con la misma facilidad con la que un nuevo contrato se cierra. Nunca las presenta en eventos públicos, nunca se les permite asomarse a su santuario personal.

Alexander valora la discreción por encima de todo, especialmente cuando se trata de su vida privada. La prensa es una bestia curiosa que mantiene a raya con una férrea disciplina. Su reputación corporativa es impecable; su vida personal, un misterio impenetrable.

Su familia es, después de su empresa, su prioridad absoluta. El patriarca, su abuelo, depende de él para la continuidad del legado. Su madre, una mujer de espíritu libre y algo imprudente, es una fuente constante de preocupación, a quién protege con la misma determinación con la que custodia sus bosques.

Él es el pilar, el guardián de un linaje que ha sobrevivido a guerras, crisis económicas y a la voracidad de la competencia.

La empresa familiar no es solo un negocio; es un legado. Cada hectárea de los bosques familiares, cada almacén, cada contrato, es un testamento a generaciones de trabajo, de visión y de una conexión profunda con la naturaleza. Alexander carga ese peso con una seriedad solemne.

Es un hombre poderoso, no solo por su riqueza, sino por su intelecto, su determinación y su implacable voluntad. Se mueve en el mundo de los negocios como un maestro de ajedrez, anticipando movimientos, planificando estrategias y ejecutando con una frialdad quirúrgica.

-Vamos Alex, no seas tan frío.—Él la mira, un buen sexo y nada más, como todas—

-Diana, debo irme, tengo dos reuniones importantes.

-¿No vas a ir al evento conmigo?, ¿verdad?.

-Sabes que no.—Se levanta directo al baño, una ducha rápida, así mismo se viste.

Deja un beso en la mejilla de ella antes de salir de la habitación de hotel.

✤❁✤❁✤

El aroma a antiséptico y a melancolía es lo primero que golpeaba a Alexander cada vez que cruza el umbral del ala privada del hospital. No es su lugar preferido.

Su espacio vital es el acero pulido y el cristal de su oficina en el rascacielos Cavalier, donde cada línea recta y cada ángulo agudo refleja la precisión milimétrica de su mente.

Los sentimientos, las emociones complejas, son variables no deseadas en la ecuación de su vida; un desperdicio de tiempo y energía que desviaba la atención de lo único que realmente importa: El trabajo.

Pero en esa habitación de hospital, las paredes de su fortaleza de hielo se sienten momentáneamente vulnerables. Su abuelo, el formidable patriarca de la dinastía Cavalier, yacía frágil contra las almohadas blancas, su piel pálida, sus ojos, antes tan chispeantes, ahora velados por la sombra de una enfermedad implacable que apenas empieza pero que igual le cobra factura—

-Alexander.—La voz de su abuelo es un hilo débil, pero la autoridad aún resuena en cada sílaba—.Necesito hablar contigo. Una vez más.—Alexandre se tensó, una mueca casi imperceptible de fastidio cruza su rostro cincelado. La misma conversación. Siempre la misma conversación—

-Abuelo, ya lo hemos discutido. Mi enfoque es la empresa. Mi vida es la empresa.—El anciano tose, un sonido áspero que lo sacude—

-Un hombre necesita un legado, Alexander, no solo un imperio. Un heredero. Alguien que continúe con nuestra sangre, nuestro apellido.— Sus ojos se fijan en los de su nieto, una súplica que Alexander encuentra irritante—.No quiero irme de este mundo sin saber que los Cavalier tienen un futuro más allá de las juntas directivas. Cásate. Ten hijos. Forma una familia.—Alexander siente un escalofrío.

La idea de un matrimonio, de ataduras emocionales, de la imprevisibilidad de los niños, le resulta tan ajena, para él, el concepto de niños, de "familia" es signo de debilidad.

Los niños son ruidosos, demandantes, un pozo sin fondo de tiempo y recursos. El matrimonio es una cadena, un compromiso que limita la libertad, el enfoque, la ambición. Es, en su visión fría y pragmática, el desperdicio más grande de una vida que podía ser utilizada para construir, para dominar—

-Abuelo, eso no es para mí. Nunca lo ha sido. Lo que he construido, lo que construiré, es mi legado.

-No es suficiente.—El anciano cierra los ojos, el cansancio llenando su rostro—.No es suficiente, hijo. Y lo lamentarás cuando sea demasiado tarde.—Alexander se levanta de la silla con un movimiento brusco, su paciencia agotada. La impotencia ante la insistencia de su abuelo es una de las pocas emociones que le permite sentir, y es rabia—

-Debo irme. Tengo una reunión muy importante. No puedo permitirme llegar tarde.—Sin esperar respuesta, Alexander se da la vuelta y sale de la habitación del hospital.

El eco de las palabras de su abuelo persiguiéndolo. Prefería mil veces la fría lógica del mercado, al calor sofocante de las expectativas familiares.

Camina para subir a su vehículo e irse a lo que más le gusta, su trabajo.

En el otro lado de la ciudad Mark y Evette, estaban a punto de pasar por la misma situación.

Liliana santos

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