El sol estaba comenzando a despuntar cuando Hansen cruzó las puertas de la abadía, sin perder ni un momento se apresura a encaminarse a la cámara del consejo. Los centinelas que se encuentra de guardia, se acercan para auxiliar al anciano al notar el grave estado en el que este se encuentra.
— Su señoría. — El jefe de los centinelas lo sujeta rápidamente, ya que la pierda del Anciano apenas y podía sostenerlo. — Llamen al médico, ¡rápido!
Al escuchar aquella orden del centinela, Hansen hace un gesto con su mano dando a entender que no quiere recibir atención del médico.
— Convoquen al consejo. — Dice con un tono que deja ver su preocupación.
Solo aquella petición es suficiente para que el resto de los lobos se apresuren a cumplirla.
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Lían no se movió ni por un solo momento de aquel claro, solo desea morir, y quiere hacerlo allí, en el mismo lugar donde perdió a su Luna.
Las fuertes pisadas se hacen sentir a su espalda, pero simplemente le da igual el quien sea.
— La guar