40 EL MEJOR DESAYUNO

40 EL MEJOR DESAYUNO

—¿Cómo dormiste?— preguntó él mirándolo extasiado, cautivado totalmente por ella que sin proponérselo y sin pretensiones ocupaba últimamente sus pensamientos. Se veía tan hermosa batiendo las pestañas largas como mariposas, que rodeaban esos ojos tan únicos y expresivos—. Te veías tan tranquila, que parecías un ángel de gloria. Te hubiese podido ver dormir, toda la vida.

—¿No dormiste? — preguntó ella sorprendida, él asintió brindándole la respuesta a la pregunta de cómo había dormido, y respondió— Si, si dormí muy bien, sin preocupaciones, ni dudas, ni miedos. Ni siquiera recuerdo cuando me dormí.

La acarició despacio y a miro a los ojos contemplando a la mujer que estaba seguro que quería como esposa.

—Dormí un poco si— respondió Yagiz, y le besó la frente—. Habitualmente no duermo mucho— agregó y diciendo esto giro con ella, haciendo que quedara encima de su pecho, más bien de su cuerpo completamente desnudo.

Serem analizó la situación, y mordió sus labio
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