El peor castigo: 21. Que desaparezcas de mi vida
Una enfermera entró, apresurada, tras escuchar los gritos, y al ver el estado de la paciente, tuvo que pedirle a Matías que abandonara la habitación. A regañadientes lo hizo, pero no se movió de la puerta, así que escuchó a Emma pedir que por favor le llevaran a su hija, que no permitiera que él se la quitara. Nunca se había sentido tan miserable como en ese momento. A eso la había orillado, a… tenerle miedo.
Lágrimas quemaron sus ojos.
Se sentó en un banco junto a la puerta y enterró el rostro en las manos. Era una pesadilla lo que estaba viviendo.
Minutos después, la enfermera logró tranquilizarla con la promesa de que lo haría si se la llevaban, así que después de largos minutos, fueron por la bebé a los cuneros y se la entregaron en sus brazos.
Durante todo ese tiempo, Matías estuvo allí. No se movió a ningún lado. Amanecía, y ya varias enfermeras habían entrado, y salido. Le tomaron la presión y se llevaron a la bebé de vuelta a los cuneros, para entregársela nuevamente en la maña