29. Enviarla a la Horca
—¿En qué habitación la alojaron? —pregunta el Alfa con su voz autoritaria y el rostro desencajado, mientras aprieta la mandíbula con tanta fuerza que parece a punto de partirse.
—En la recámara de al lado —responde la nana con nerviosismo.
Arón los mira con indignación y, sin decir más, comienza a caminar apresuradamente hacia allí.
En la habitación de Annie.
—Mami, lo último que recuerdo son los alaridos de esa mujer… acusándome de haber asesinado a su hijo. Durante estos años, se ha encargado de desprestigiar mi trabajo. No sé cuántas veces he cambiado de ciudad intentando escapar de ella.
Mara se lleva una mano pensativa a su quijada.
—En el inframundo, él no está —dice inquieta, sintiendo un vacío en su pecho—. Me resulta muy extraño que, después de lo que te hizo, haya ido al cielo. Debo preguntarle a tu padre si está allí… y a Selena si su lobo regresó junto a ella —sus alarmas se han activado y ruega que sus sospechas no sean ciertas.
Los gruñidos del Alfa se escu