POV Mara.

¡Maldita sea!

Todo estaba fríamente calculado. Estaba a nada de obtener lo que necesitaba para poder largarme de una vez por todas de allí… hasta que Zadquiel arruinó mis planes.

"¡Ese insensato!" Ahora estoy varada, tirada en medio de la nada, sin poder, sin dirección, sin respuestas… y con una rabia ardiéndome en la garganta como lava.

A mi alrededor solo hay arena, montañas eternas de arena que lo engullen todo. No hay árboles. No hay sombra ni hay salvación.

Solo ese maldito sol, o dos… no sé cuántos malditøs hay en este firmamento, pero el calor me aplasta los huesos. Me está asando viva.

El sudor corre por cada centímetro de mi cuerpo, pegajoso, sucio e insoportable.

La arena se me cuela por todos lados: entre los dedos, bajo la ropa, en la boca, en los ojos. Me siento como una carcasa abandonada, oxidándose bajo el peso de un universo indiferente.

Frente a mí, se alzan dunas como muros crueles. Duras, imponentes, burlándose de mi "buena suerte".

Respiro hondo