CAPÍTULO 75. Un hombre desesperado

CAPÍTULO 75. Un hombre desesperado

Scott respiró tranquilo y estaba a punto de empezar a negociar una oferta cuando una muchacha atravesó la puerta y le entregó un informe.

—¡Uff! ¡Esto está interesante! —dijo el italiano—. ¡Y parece que "cierto progreso" es un eufemismo, señor Hamilton! Al juego le va realmente muy bien.

—¿Había pedido el informe ya? —murmuró Daniel, confundido.

—Desde que me anunciaron sus nombres —respondió Sebastian con suavidad—. No se deje confundir por mi sonrisa, señor Hamilton. No soy estúpido. Un diseñador de juegos que toca a mi puerta justo cuando su peor juego de repente se hace famoso... es porque está buscando recuperar la mina de oro que perdió...

—¡Se lo regalé a alguien que era importante para mí! ¡Era para que lo tuviera ella, no usted! —siseó Scott sin contenerse.

—Pues si ella "era", en pasado, importante para usted, debe asumir que usted para ella dejó de ser importante en el mismo momento en que este juego salió de sus manos. —Scott se levantó c
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