UGPEM. CAPÍTULO 81. ¿Puedo tener a mi esposo de vuelta?Terminó de desnudarse y le sacó la ropa a Max poco a poco. Se le hizo un nudo en la garganta cuando se dio cuenta de que estaba más delgada de lo que recordaba, pero cada curva de su cuerpo seguía siendo hermosa y Liam sonrió, mordiéndose el labio inferior cuando tuvo frente a él aquella curva hermosa de su pancita.La acarició con delicadeza, pero no pudo evitar que todo su cuerpo despertara como lo hacía antes, solo con verla, porque si algo era innegable era que le gustaba su mujer.Liam sintió sus labios calientes contra los suyos y recordó la primera vez que habían estado juntos, pero la pasión entre ellos ahora era mucho más fuerte, porque ahora también había amor. Lentamente comenzaron a mojarse en la ducha, notando como el agua caliente los relajaba poco a poco. Se abrazaron con deseo mientras el agua caía sobre sus cuerpos como si fuera una bendición, envolviéndolos en una burbuja protectora donde solo existían ellos dos
UGPEM. CAPÍTULO 82. ¿¡Estás loco!?Liam abrió los ojos y sintió como si estuviera flotando. A su lado podía sentir el calor del cuerpo de Max y se giró muy despacio para no despertarla. Se veía hermosa, cansada pero absolutamente hermosa. Aquella pancita era una pequeña bendición en medio de tanto dolor. Acarició su vientre y sintió que apenas podía contener las lágrimas de impotencia. ¿Cómo era que su vida se había torcido tanto en tan poco tiempo?—¿Estás bien? —escuchó la voz de Max y carraspeó, dándose cuenta de que lo estaba observando.—Sí... sí, nena. Solo intento procesar todo esto, pero no sé cómo —murmuró Liam—. Creí que estabas muerta, todos lo creen, el general Morrison nos dio una foto...Max abrió mucho los ojos y le agarró de la mano con fuerza.—¿El general Morrison está vivo? —preguntó sin aliento.Liam asintió ligeramente y se sentó, apoyando su espalda contra la cabecera de la cama.—Sí, el general Morrison está vivo —dijo con un tono sereno—. Estuvo en coma todos e
UGPEM. CAPÍTULO 83. ¿Qué has hecho, Liam?La muchacha suspiró despacio y asintió. Sabía que esa llamada la pondría en evidencia, pero esperaba que solo fuera frente a Liam.—Sí, fui yo. El carguero no llegó y me asusté, creí que te había pasado algo malo.Liam respiró profundamente y antes de estrecharla entre sus brazos y contarle el resto de lo que había pasado en ese tiempo.—El carguero no llegó porque la empresa ya no existe, Max.Max miró a Liam con incredulidad. Ella sabía que esa compañía era todo para su familia.—¿Qué quieres decir? —susurró ella mientras su corazón comenzaba a latir con fuerza en su pecho.—Cuando desapareciste me di cuenta de que ya no tenía sentido seguir ahí. No era lo que quería. Viví una vida tan trivial hasta que llegaste que... no sabía cómo continuar. Pero cuando supe que estabas muerta, cuando supe que era culpa de mi padre...Max tragó en seco. Entendió todo de inmediato y un escalofrío recorrió su espalda.—¿Qué has hecho, Liam? —preguntó con voz
UGPEM. CAPITULO 84. Todo lo que quierasSu primer movimiento fue para cerrar la mano sobre la pistola que tenía más cerca. Aunque él estaba en la sala y Max en el segundo piso, y no había forma de que nadie hubiera llegado a ella sin pasar por él, ya su primer instinto era siempre alcanzar un arma antes de hacer cualquier movimiento.—¡Liam! —la oyó gritar de nuevo.Subió de dos en dos los escalones y se asomó a la puerta de la habitación asustado para ver cómo Max sostenía su vientre.—¡Max! ¿Qué pasa...?—¡Apúrate, corre...! ¡Pero suelta eso, que lo asustas! —le gritó ella y por la forma en que se dibujó aquella sonrisa en su rostro Liam se dio cuenta de que si gritaba era por algo bueno.Dejó la pistola sobre el tocador de la habitación y se acercó a ella viendo cómo se subía el suéter para dejar al descubierto su pancita.—¿Qué estaba pasando? —preguntó él con una mezcla de emoción y curiosidad.Max le sonrió mirándolo a los ojos.—¡Ven! —le dijo tomándole de la mano para colocar
UGPEM. CAPÍTULO 85. Ya viene...Cuando el invierno por fin comenzó a caer con todas sus fuerzas, la nieve casi llegó al marco de las ventanas. Los días dentro de la cabaña se hicieron entonces largos y somnolientos, sin embargo Liam intentaba mantener a Max en movimiento, haciendo muñecos de nieve en la misma entrada o sacándola por las ventanas a jugar.—¡Uy, Dios! ¡Cómo pesas! —exclamó él levantándola en sus brazos y Max hizo un puchero.—¿¡Qué dijiste!?—Que como pesas, ese niño va a ser enorme, no eres tú mi amor, es él —le sonrió Liam acariciando su pancita mientras Max lo miraba con la amenaza de un escobazo reflejada en sus hermosos ojos.Sin embargo, dejando el juego a un lado, Max aprovechó el resto del invierno para seguir enseñándolo. Ahora no estaban solo ellos, proteger al bebé tenía que ser lo primero, así que eventualmente tendrían que decidir qué harían.—Este es un hermoso lugar —murmuró él.—Pero no podemos vivir escondiéndonos toda la vida, Liam. Eso no es lo que yo
UGPEM. CAPÍTULO 86. Nuestro pequeño milagroMax sentía tanto miedo que ni siquiera era capaz de describirlo.—No.... Liam, no puede ser, faltan dos semanas, ¡a nuestro bebé le faltan dos semanas! —exclamó y él tomó sus manos con un gesto decidido.—Tranquila, amor, tranquila, es normal que las mamás primerizas se adelanten o se atrasen, tranquila, todo va a estar bien... —le aseguró aunque él mismo se estaba muriendo de miedo.—Nos vamos a ir a la clínica ¿verdad? ¿Verdad que sí? —preguntó ella angustiada y Liam la estrechó entre sus brazos.—Sí, por supuesto, pero dime una cosa: ¿Te duele? ¿Ya tienes contracciones?—Tú de verdad estuviste leyendo mucho estos meses —suspiró ella—. No, todavía no me duele nada.—Bien, entonces todavía tenemos mucho tiempo —le sonrió con dulzura—. Vamos a darte un baño para que te relajes y luego nos vamos a la clínica, ¿de acuerdo?Max asintió, un poco asombrada del control que él tenía cuando ella, que era la más experimentada en situaciones crisis, e
UGPEM. CAPÍTULO 87. Una propuesta de negociosLiam la besó en los labios y la miró con tanto cariño que Max se derritió.—Yo te amo Max, los amo a los dos. Y no importa lo que tenga que hacer, los voy a proteger siempre, te lo prometo —susurró pegando la frente a la suya.Por desgracia hay promesas que por más que lo intentemos, no son tan fáciles de cumplir. Promesas que se deben romper aunque de paso nos rompan el corazón en el proceso, pero la verdad era que ni Liam ni Max podían imaginar lo que en ese mismo instante se estaba fraguando contra ellos.Para comprenderlo debemos volver unos meses atrás, al momento en que Garret Grissom vio cómo el trabajo de su vida era destrozado completamente por Cassian Wolf. Era cierto que la compañía Grissom cotizaba en la Bolsa y que cualquiera podía comprar acciones, pero la mayoría de ellas siempre había pertenecido a la familia. Ni por asomo Garret imaginaba que su hijo podía haber adquirido una parte tan significativa como para disponer del
UGPEM. CAPÍTULO 88. Recuerda lo que te enseñéCuatro meses despuésPara Liam no había existido nada más emocionante en el mundo que llevarse a su mujer y a su hijo a casa. El pequeño Dereck se parecía mucho a él, y cuando tenía hambre era igual de chilletas y demandante que su padre.Los primeros meses fueron una experiencia inolvidable para los dos. Liam pasaba mucho tiempo balanceando a Dereck en los brazos, cantándole canciones, y hablando con él con un tono dulce y amoroso. Le leía libros para bebés a su hijo antes de acostarlo cada noche, y siempre se sentaba junto al sillón donde Max lo mecía hasta que se dormía.Ella, por su parte, adoraba a su hijo y cada vez que lo miraba se sentía orgullosa. Amaba a aquel niño más que a nada en el mundo. Liam y ella eran un equipo increíble como padres y disfrutaban de cada minuto juntos como una familia.—Creo que deberíamos inscribirlo —le dijo a Max uno de esos días.—Eso es arriesgado —murmuró Max.—¿Más arriesgado que viajar con él sin