Capítulo 440
Cualquiera que no conociera a John Hopkins habría creído que estaba tranquilo, sereno, pero solo los muy allegados a él podían ver la rabia del hombre bajo la calma gélida del interrogador.

Estaba sentado en una silla frente a la Dra. Atkins, que estaba atada a la suya, y entre los dos se coagulaba
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