Andrea lo sintió enredar una de sus manos en sus cabellos y gritó por el latigazo de dolor cuando su miembro la penetró con dureza.
—¿Así le gusta, jefa? —ronroneó y Andrea sentía que iba a llorar si no terminaba en aquel mismo momento.
—¡Por Dios, no pares!
Podía sentir cada embestida dura y ho