Llegó escondida, camuflada, camaleónica y tan silenciosa que cuando escuchó aquel "Andrea" despegó el trasero del asiento como treinta centímetros del susto que se llevó.
—¡Aaaaaaah! —ahogó un grito y luego se agarró de los brazos de su silla, mirando a Zack.
—Así tendrás la conciencia —se burló é