Bastián
La mujer que apareció frente a el distaba mucho de la imagen que tenía en mente de una psiquiatra y sobre todo de niños. La sonrisa dientuda de la mujer fue en lo primero que se fijó. Tenía un semblante animado, y los colores pasteles que la adornaban le daban un toque cálido.
—Debes ser el señor Schneider —hablo con voz suave—y ese pequeño de ahí debe ser Liam ¿Verdad?
La cafetería no estaba tan rebosante de personas, pero aún se sentía incomodo por estar en un lugar tan público. Bastián se levantó del sofá de inmediato extendiendo su mano hacía ella.
Liam estaba sentado frente a la mesa de juegos armando una torre con cubos que caían mientras él los apilaba de nuevo, ajeno a la recién llegada.
—Gracias por venir hasta aquí— ella le devolvió el saludo tomando asiento frente a él.
—No se preocupe, iba a venir de todas formas, hay una vieja amiga ingresada en una clínica de aquí, así que todo encajo perfecto—canturreo sin borrar la sonrisa, parecía feliz genuinamente.
Bast