Capítulo XXVIII

Daphne

Sebastián me carga en sus brazos y me lleva a la recámara principal, en estos momentos soy la mujer más feliz de esta tierra. Solo somos él y yo, en el ambiente se siente nuestro amor, nuestra pasión y deseo.

¡Nunca me cansaré de esto! Me baja suavemente, nos empezamos a besar, pero no es un beso lento, es sensual, y demandante, suelto un gemido, lo deseo tanto. Lo acaricio, y le voy desabrocho los botones de su camisa, cuando por fin termino, se la quito, toco sus fuertes brazos. Él me quita el vestido, y me dice en mi odio: —¡Muy bonito!—. Traigo puesto: Lencería de encaje negro, muy pequeña y reveladora, escogí este conjunto, porque sé que le encantaría, y no me equivoque.

Me acaricia un pezón, y lo pellizca, y enseguida siento esa corriente tan deliciosa, que tanto me gusta. —Te deseo tanto preciosa.

—Y yo a ti, mi vida.

Lo empujó en la cama, lo comienzo a besar su espectacular torso, lamo su abdomen, llegó hasta su miembro, y lo beso despacio, y introduzco todo en mi boca
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