Sarah sufre una desilusión amorosa y es abandonada por el hombre que ama tras darse cuenta que está embarazada. Tras largos meses de depresión y dolor Sarah da a luz una hermosa niña que debe criar sola. Cinco años después Sarah tiene un trabajo estable que le permite satisfacer sus necesidades y la de su pequeña, Sarah se concentra en su profesión y su hija hasta que conoce a Robert un excéntrico hombre de negocios , tan guapo como rico, al principio tienen algunos encuentros desagradables que crea entre ellos un ambiente hostil, pero del odio nace el amor y pronto ella empezará a sentir de nuevo las punzadas del amor, a la vez que lucha contra grandes pruebas que la harán tambalear de nuevo, una enfermedad repentina en su hija y un ex que vuelve dispuesto a reclamar sus derechos de paternidad.
Leer más—Esto es una locura Thomas, eres mi jefe—dije sobre él aún agitada y con la respiración entrecortada, mis mejillas seguro estaban más coloradas que de costumbre. Él solo sonrió con dulzura y acarició mi mejilla.
—Sabes que las diferencias sociales no me importan Sarah, me gustas, caray me gustas mucho , desde ese primer día en que te vi te metiste en mi cabeza. Desde mi primer día en la empresa.—Y tu me gustas demasiado… pero… pero yo tengo miedo Thomas, no quiero enamorarme perdidamente. Tengo un mal presentimiento, creo que esto no durará mucho. Que un día despertaré y tendré que sufrir mucho y…—Él cubre mis labios con su dedo índice.—Creí que ya estabas perdidamente enamorada, veo que tengo que esforzarme más entonces—Se acerca y los besa y tras un beso intenso y profundo volvimos a hacer el amor. Mentía, mentía como actriz de teatro en su papel, claro que estaba perdidamente enamorada, me había enamorado como desquiciada de Thomas Rhys y me sentía como un muñeco en sus manos, él podía hacer de mi lo que quisiera, lo idealizaba como un hombre extraordinario, cómo alguien que merecía mi devoción pues el poderoso empresario Thomas Rhys, popular entre las mujeres de sociedad y ejemplar CEO según las revistas de economía se había fijado en mi , una mujer de escasos recursos que se jactaba de ser secretaria de presidencia en una empresa tan cotizada como lo era “Platinum real estate” la empresa transnacional de bienes raíces que fundaron sus antepasados décadas atrás, y de la que ahora él es el dueño inmediato y mayoritario. Supe que tiene un hermano rebelde que se fue a recorrer el mundo. Pero nunca habla de él, seguro es un inmaduro al que su padre ha desterrado, así que él es el heredero más fiable de las empresas de su familia. Nunca imaginé el día en que fué presentado a la empresa, que tras nuestros múltiples encuentros laborales terminaríamos en un juego de seducción que nos llevaría a la cama y a enredarnos en una turbia historia de amor y desamor.Nos divertíamos mucho en nuestras escapadas durante las noches, de día éramos solo un jefe y su secretaria, teníamos que mantenerlo oculto por aquello de que la familia no lo iba a tomar de la mejor forma, pero en las noches éramos dos amantes sumamente apasionados.Todo marchaba bien hasta que varios meses después mi ginecólogo me dijo que estaba embarazada, me sorprendió totalmente pues yo tomaba la píldora, así que mi ginecólogo me explicó que tal vez falté sin saberlo algún día o estaban en fecha de vencimiento pero que era algo totalmente posible. Así que me enfrentaba a una situación difícil. Debía esperar que Thomas llegara de un viaje que hizo con su padre, decirle la noticia que al decir verdad temía como lo iba a tomar, siempre me insistió en tomar las pastillas anticonceptivas. Pero no solo él me preocupaba. Además ¿Como decirle a mi padre que es tan estricto que estaba embarazada sin casarme y nada más y nada menos que de mi jefe?Así que durante tres días en los que me carcomían los nervios intenté no pensar mucho en mi embarazo. Intenté disimular mi ansiedad ante mi padre. Debía esperar para que entre Thomas y yo se lo dijéramos.El día en que Thomas llegó a la empresa noté que algo había cambiado en él. Ya no era el mismo conmigo, al pasar justo a mi lado me miró con frialdad y con un aire de arrogancia. Eso congeló mi piel y me hizo sentir un escalofríos en todo mi cuerpo. Él entró a la oficina junto a su padre y cuando su padre salió poco después mientras yo esperaba con ansias que lo hiciera, lo noté contrariado. Algo raro pasaba, entonces me armé de valor y entré a la oficina. Lo miré con su vista fija en su computador. Quería abrazarlo y sentir su calor, ese que tanto había extrañado esos días. Entonces él subió su mirada. Solo me miró como si estuviera esperando que dijera lo que tuviera que decirle y me alejara. Respiro hondo y le sonrío nerviosa.—Thomas yo…—¿Thomas? ¿Thomas?— preguntó con aspereza y yo deduje que era porque debíamos fingir y aquí no era momento de hablarle con familiaridad. —¿De cuando acá los empleados tutean a sus jefes?—Perdón señor Rhys quería decirle algo muy importante pero veo que no es el momento, ¿Podemos vernos está noche? Lo he extrañado mucho y…—Él frunció su entrecejo y mirándome con gesto iracundo se levanta. Entonces suelta una risa burlona y despreocupada. Se acerca a mi y me mira con unos ojos que evidentemente no irradian el brillo con los que antes me miraba.—Óyeme bien...Sea lo que sea que haya pasado entre nosotros, créeme, no fue importante. ¿De verdad creíste que yo me fijaría en una empleada como tú? —Enseguida mis ojos se inundaron de lágrimas. Hago una negación. Me sentía desesperada. Estaba en una situación angustiante. Sostenía sobre mi mano el sobre con el resultado de la prueba de embarazo y procuraba no temblar con tanta fuerza y él notara así mi aflicción. Él agarró aire.—Lamento todo esto. Pero me voy a casar en poco tiempo, así que espero que no abras la boca para contar cualquier aventurilla que hayamos tenido. Ahora sal de aquí—Lo miro con ojos bien abiertos, impactada con cada estocada que salía de su boca. Entonces corro al baño y me derrumbo ante el espejo. No puedo creer que Thomas haya jugado así conmigo. Lloro con desesperación. Dios mío. ¿Que voy a hacer ahora? Estoy desesperada. No podré con esto yo sola. No me visualice a mis veinte como madre soltera. Entonces Patricia Gómez entra al sanitario. Es asistente de recursos humanos.—Oye, oye nena, ¿Que sucede? ¿Por qué lloras así? Hasta allá afuera se oyen tus lamentos—seco mis lágrimas.—Nada, nada , perdón Patricia —digo y salgo para ir a mi puesto. No sé cómo voy a trabajar así. No sé cómo podré mirarle a la cara. Lo amo, me enamoré como una estúpida.Me siento en mi puesto y limpio mis lágrimas. Mi nariz está roja y mi corazón destruido. Me siento desfallecer cuando él intercomunicador suena. Él quiere que entre a su oficina. Me levanto sin ánimos pero un leve rayo de esperanza se instaló en mi corazón. Ojalá sea para disculparse. Pienso mientras seco mis lágrimas. Pero de nuevo mi pesimismo me condena al pensar también en lo que dijo… Dijo que se casaría con otra. Eso me asusta pero lucho por no volver a llorar. Entro a la oficina sin poder mirarlo directo a los ojos. Los míos están muy rojos. Pero veo sobre el escritorio la prueba de embarazo. Frunzo mi entrecejo. Debió caerse cuando salí rápidamente. ¿Será que se arrepintió de su actitud al ver que tendré un hijo suyo? Entonces lo miro.—Acércate por favor —dice. Voy hasta él.—¿Cuánto dinero quieres?—mi cara es de sorpresa.—¿De que habla señor Rhys?—pregunto en un susurro.—Para deshacerte de él… Comprenderás que esto solo arruinará mis planes y…—Abro mi boca muy ofendida y dolida.—No quiero dinero Thomas.—No me tutee señorita … bien, quise ser diplomático, pero es su m*****a decisión, quiero que tome sus cosas y se marche ya mismo—lloré otra vez esta vez con más fuerza.—No puedes hacerme esto. Necesito trabajar, ¿Cómo podré mantener a mi hijo? Por favor—Me humillo por mi bebé.Él solo tomó su teléfono ignorando mi sufrimiento y yo tuve que salir de allí. Con un horrible dolor de cabeza y punzadas en mi corazón.No sabía que hacer. Empecé a deambular por las calles varias horas antes de volver a casa. Ahora que haría. ¿Cómo podía él hacerme algo así? No era su mirada, no era su voz cálida y cariñosa, no era su sonrisa. Entonces me dejo caer en una banqueta. Estaba enojada conmigo misma. Cómo pude ser tan ilusa y pensar que un hombre como Thomas Rhys me tomaría en serio.Un año entero ha pasado. Daniel y yo no nos vemos seguido, salvo que tengamos que unirnos por algo importante de la empresa, trato de perdonarlo aunque nuestra amistad se fracturó, pero es mi hermano después de todo. Sebastián está más controlable, vive conmigo. Le agradezco me haya abierto los ojos, y el hijo de Teresa, resultó no ser ni siquiera de Daniel. Yo por mi parte me he vuelto un tipo más desconfiado. No inicio relaciones con nadie, creo que no se puede confiar en el amor. Sí, he tenido algunas aventuras en este año, nada serio. No he podido volver a enamorarme desde que lo hice de Sarah. Ah… Sarah. Ella está bien, es lo que me han dicho. No sé si salga con alguien. Muchas veces reprimo el fuerte deseo de buscarla. No quiero volver a sufrir una desilusión como aquella. De pronto entra Karen.—Señor, este es un cliente, en Florida, parece que quiere comprar una de sus propiedades en ese estado—Me entrega un documento. Señora Collins, parece ser una cliente importante, propi
Emiliano Rhys sobrevivió y como era de esperar está detenido en espera de un juicio. Por lo pronto lo que más me interesa es que Sarah sobreviva a las consecuencias tan graves del cianuro en su cuerpo. Cada noche de los cuatro días que llevo con Amelie me pregunta por ella, por eso cuando el doctor me llamó para decirme que Sarah está fuera de peligro mi emoción fue inmensa. Aun así evité decirle a Amelie. Quiero darle la sorpresa de reencontrarla con su madre. Llegadas las cuatro de la tarde tocan a la puerta. Amelie me mira curiosa. Entonces sigue coloreando en su cuaderno. Voy de inmediato a abrir y es Sarah. Su padre la ha traído. Mi corazón se enloquece del frenesí que me produce mirarla frente a mí. Sus ojos se cristalizan al verme y de inmediato nos abrazamos. Ella llora sobre mi hombro y yo la sostengo en mi pecho. Entonces la beso con dulzura mientras su padre mira a otro lado. —¿Dónde está mi niña Robert? —pregunta y de inmediato escuchamos el grito de felicidad de Amelie.
Me propuse solo una semana, una semana y volvería a estar en pie para ir a Florida y buscar a Sarah. Así que me dediqué con total responsabilidad a hacer las terapias de forma intensiva. Así que una semana después estoy listo para irme, aunque mi médico dice que mínimo debo esperar un mes para salir de casa, ya puedo caminar, con eso me basta. Voy bajando las escaleras a media tarde, Teresa duerme y Daniel está en su casa, Sebastián que estaba mirando la televisión abajo apenas me mira corre hasta mí. —¿A dónde vas?—Debo viajar. —Pero el doctor dijo que…—No me importa lo que haya dicho, debo ir a buscar a Sarah. —¿Por ella te pones en peligro? Vaya, con razón dicen que cuando uno se enamora se pone tonto eh—dice caminando detrás de mí. —Ya me entenderás cuando tú te enamores Sebastián. —Nunca lo haré, las mujeres solo te dan dolores de cabeza, o te engañan… ah, por cierto, espera, tengo que darte algo. No te vayas—dice. Me detengo y miro mi reloj. Debo estar en el aeropuerto e
—¿Qué podemos esperar, doctor? Ya hace dos semanas que mi hermano está en esa condición—Daniel se queja con el médico tratante por la condición de su hermano. Para él todos son unos ineptos que no son capaces de despertarlo de su inconsciencia. —¿Que más quisiera que decirle que el señor Mackenna despertará hoy o tal vez mañana? Pero es imposible para la ciencia predecirlo. Las lesiones fueron graves y solo nos queda esperar y ser muy pacientes. Finalmente, Daniel decide llevárselo a la mansión, contrata los servicios de una enfermera privada creyendo que si está en casa, tal vez reaccione pronto. Es de noche y la enfermera revisa los signos vitales de Robert. Entonces cuando sale de la habitación, Sebastián que le imploró a Daniel lo deje estar con su hermano, esa noche se cuela en la habitación de Robert. Entonces se sienta a su lado. Al ver a Robert depender de una máquina, su corazón se agita. No puede perder a su hermano igual que perdió a sus padres. Robert es como el padre
Abro mis ojos y me doy cuenta de que estoy en un lugar frío y demasiado blanco, después de haber sido empapada con agua. Entonces, al intentar moverme, me doy cuenta de que estoy envuelta en una camisa de fuerza que me impide moverme libremente. Miro al piso desde un rincón de esta habitación y al levantar la mirada él está allí, sentado en una silla, observándome. Esperando que reaccionara después de haber vaciado sobre mí un vaso con agua congelada. —Thomas, ¿Dónde estoy? ¿Dónde está nuestra hija? Quiero ver a Amelie por favor—Entonces su semblante se vuelve déspota y cruel. —¿Cómo me llamaste? ¿Thomas? ¿Thomas? Ya basta por favor Sarah de decirme así. ¿Es que eres tan ilusa y tan estúpida que aún todavía crees que soy mi hermano?—Abro la boca a punto de reventar en llanto. —¿Qué quieres decir? No puedes ser otro que Thomas. No pueden ser tan idénticos, por favor, no me engañes y no me tortures de este modo. —¡Que no soy Thomas, maldición Sarah! ¡Soy Emiliano, Emiliano! ¡Mírame
Entonces me deja en la habitación. Lo miro con gesto confundido. —¿Qué hace tu exesposa aquí Thomas?—susurro abrazándome. —¿Por qué estaba cubierta de sangre? Estaba como drogada—Él me mira pensativo. —Te lo explicaré después Sarah. Tienes que confiar en mí. —Dijo que querías asesinarnos—digo analizando su expresión. Él se cruza de brazos y me mira con una sonrisa cínica. —No seas tonta Sarah, no creerás a cualquier persona que te diga cosas malas sobre mí. —No es un chiste Thomas, no es una acusación cualquiera. —Ella enfermó de los nervios Sarah. Fue cuando le dije que nos divorciaríamos, intentó suicidarse y se desquició. No tuve corazón para meterla en un psiquiátrico, después de todo me sentía culpable, por eso tuve que dejarla aquí. Tiene una enfermera. Era mi deber cuidarla. Haría lo mismo por ti. —¿Por qué tiene sangre en su ropa?—Agredió a la enfermera, te dije que es muy peligrosa y…—Mami, ¿Qué pasa?—Amelie se despertó. Se incorpora en la cama. Respiro hondo. —Debo
Último capítulo