Al día siguiente, me alisté para ir al trabajo. Siento ya no soy la misma al saber tantas cosas nuevas del pasado familiar.
Saludo a Silvia, la secretaria administrativa de la entrada. - ¿Te has hecho algo? - Pregunta.- No, ¿por qué? - Te ves distinta. ¡Te sienta bien!No sólo me siento diferente, sino que también me perciben así. Debe ser parte de mi crecimiento.
- La primer tarea del día es acomodar unas cosas en una oficina del segundo piso, Diana.
- Bien, iré.Ingresé a la oficina que ocupo yo, y dejé mi bolso en la silla. Me agaché para encender la computadora y, tras un portazo, me levanté rápido pegándome la cabeza contra el escritorio.
- ¡Uy! Lo siento, ¿Estás bien? - Preguntó el apuesto jefe.
- Sí. Sólo que últimamente estoy más asustadiza y torpe.- Creo que nos merecemos una nueva charla.- ¿Ahora? Me pidieron que haga cosas.- ¿Qué sucede? ¿Seguís molesta?- No... Sólo que ll