Apenas las puertas del ascensor se abrieron, Greco estaba allí, esperando por ella, y mientras Nammi lo abrazaba, como quien abraza a un buen amigo, Greco la sostenía, como quien se aferra a un chaleco salvavidas en plena tormenta marina.
— Nammi. — susurro mientras la arrastraba dentro de la suite, como si fuese un pirata, tratando de ocultar un gran tesoro, eso no se parecía a un rey, mucho menos a un príncipe.
— Greco espera. — dijo la castaña al tropezar con sus propios pies.
— No tenemos tiempo que perder, llamare a Marco para que prepare el avión, nos iremos lo antes posible, los Bach estan en nuestra contra, pase semanas tratando de dar contigo, maldición, juro que casi muero cuando mis hombres me informaron que te habían asesinado en ese departamento, pero por suerte Horus dijo que no eras tu, y me aferre a ello, no te preocupes, mate al bastardo que mato a tu amiga, y me asegure que su familia recibiera una compensación. — Greco estaba tan eufórico, que casi no la veía, solo