PERSÉFONO
- Podría matar a Menelao en medio del duelo.- sugirió Hécate como si matar una vida humana fuera algo a lo que estuviera acostumbrada, estábamos juntos en la pared, a mi lado unos nobles esperando el duelo que pronto comenzaría, la luna ya se elevaba en el cielo y frente a nosotros el ejército griego marchaba a lo lejos hacia nosotros.
No sabía dónde estaba Helena, pero el rey, la reina y toda la familia real ya estaban esperando aquí.
- Hécate no mataremos a nadie, y menos al protegido de Hera.- murmuré, cuidando de no ser escuchado, recordé las palabras de Ares cuando atacó tan cruelmente a Hécate.
"Pero Hades intervendrá si el troyano falla, ¡no podemos dejar que gane Hera!", respondió.
Miré a Hécate con sus vibrantes ojos violetas, su cabello negro atado en una trenza y pensé en la intensidad del odio que le tenía a Hera, la reina me había dado razones más que suficientes para sentir odio, pero no era odio. Sentí que era desprecio.
Mis motivaciones para estar aquí no fue