En cuanto se puso ropa limpia, sonó un llamado a la puerta.
Fue a abrir y vio a Fiona con una bandeja de comida frente a ella.
Al ver el semblante de Ximena, Fiona exclamó sorprendida:
—Señorita Pérez, su rostro...
Ximena negó con la cabeza y miró de reojo hacia la habitación de Ellie.
Fiona comprendió y dijo en voz baja:
—Está en su cuarto.
Entonces Ximena pudo decir:
—No hace falta que me traigas nada de comer, no tengo apetito.
Fiona le siguió la corriente:
—Señorita Pérez, mi trabajo es cuidar de usted. Si no come bien, el señor me reprenderá. Solo soy una empleada, por favor no me lo ponga tan difícil.
Ximena:
—Entonces deja la comida adentro, comeré más tarde.
Fiona entró con la bandeja y rápidamente escondió las bolsas de sangre detrás de los cojines del sofá.
—Señorita Pérez, dejé lo que pidió aquí—le susurró.
Ximena asintió:
—Entendido.
Cuando Fiona se disponía a irse, Ximena la detuvo tomándola de la muñeca y le entregó un cheque.
—Son 50.000, es un adelanto—dijo Ximena