Después de desayunar, Ximena regresó al segundo piso. Estaba a punto de dirigirse al cuarto de Alejandro cuando Manuela abrió la puerta y se paró frente a Ximena. Echó un vistazo a su vientre y dijo:
—Casi cuatro meses, ¿verdad?
Ximena la miró con precaución y preguntó:
—¿Qué estás tratando de decir?
Manuela sonrió dulcemente y preguntó:
—¿Has estado ocultándoselo a Alejandro porque tienes miedo de que él te haga abortar? ¿O has estado haciendo cosas secretas y has quedado embarazada de otra persona?
Ximena se rio fríamente y respondió:
—¿Crees que todas son como tú?
El rostro de Manuela se endureció por un momento, y luego preguntó:
—Entonces, ¿por qué no le has contado a Alejandro sobre mi situación?
—¿Qué sentido tiene hacerlo ahora? —Ximena se acercó un paso a Manuela—. Solo quería recordarte de vez en cuando. Ver tu expresión de ansiedad, miedo y enojo me hace feliz. Manuela, mejor reza para que el bebé en tu vientre sea de Alejandro. De lo contrario, tu destino será mucho peo