Alejandro mantuvo una mirada firme en sus ojos oscuros. Ximena comenzó a calmarse gradualmente.
—Alejandro, si pones a los niños en cualquier tipo de peligro, nunca te lo perdonaré. —Ximena había sentido lo despiadado que podía ser Don Ramón. Por lo tanto, realmente no se atrevía a exponer a los niños a semejante demonio. Sin embargo, las palabras de Alejandro le daban cierta sensación de seguridad.
Alejandro respondió seriamente:
—Entendido.
En el Hospital Reinovilla, Samuel salió del hospital durante su turno de noche. Paula, que estaba casi durmiéndose, se puso alerta al verlo y se levantó para seguirlo. Samuel caminaba rápidamente y Paula apenas podía seguirle el ritmo. Hasta que salieron del hospital, Paula vio a Samuel subirse a un automóvil negro. Pensó que Samuel se marcharía y se preocupó por no poder seguirlo, pero el auto negro permaneció estacionado sin intenciones de irse. Después de unos quince minutos, Samuel finalmente salió del automóvil. Paula, haciéndose pasar por