Ximena:
—La señal en la montaña puede no ser muy buena. Si Leo les pregunta por mí, recuerden decirle algo.
—¡Entendido!
Los pequeños respondieron.
A las nueve, en Valleluz.
Mariano buscó a Alejandro.
Ambos se sentaron en la sala de descanso tomando algo.
Mariano:
—La cirugía de Leo se realizó con éxito. ¿Ya puedes respirar aliviado?
Alejandro, con dedos largos y piel pálida, sostenía la copa de vino y tomaba un sorbo ligero.
—Leo aún tiene que quedarse en la sala estéril durante un mes.
Mariano:
—No te preocupes, los médicos le brindarán el mejor tratamiento. Por cierto, ¿vas a la inauguración pasado mañana?
Alejandro lo miró de reojo,
—¿No llevas a Simona contigo?
—Mis padres también van, así que no la llevaré. No sabes, hoy Simona y mi madre tuvieron una gran pelea.
Alejandro, interesado, le preguntó:
—¿A quién piensas ayudar?
—¡Por supuesto que voy a ayudar a Simona!— Mariano respondió sin dudarlo.
—Eso es desobediente— bromeó Alejandro.
Mariano, afligido, dijo:
—Por supuesto