Manuela se emocionó y rápidamente tomó su teléfono para revisarlo, solo para descubrir que no era Felipe, sino Don Camilo.
Al enfrentarse a Don Camilo, un hombre misterioso que nunca había conocido personalmente pero que la había ayudado en secreto en varias ocasiones, Manuela no se atrevía a ser demasiado descarada.
Contestó la llamada con cautela,
—Don Camilo, ¿todavía no ha descansado?
Don Camilo respondió fríamente:
—¿Te estás volviendo perezosa? ¿No has actuado contra Ximena?
Manuela se quedó perpleja. Antes, siempre era ella quien buscaba a Don Camilo para que la ayudara a enfrentarse a Ximena. ¿Cómo es que esta vez Don Camilo la estaba buscando a ella para que se ocupara de Ximena?
Manuela dijo apresuradamente:
—Don Camilo, me malinterpretó. La detesto tanto, ¿cómo podría no querer hacerle daño? Simplemente no he tenido la oportunidad todavía.
Don Camilo se rió fríamente:
—¿Sin oportunidad? ¿No es porque no puedes soportar ver a Alejandro sufrir daño?
Manuela estaba confundi