Ella se sentía mal por los niños, pero no podía hacer otra cosa hasta que se resolvieran los asuntos de Manuela y Don Gabriel.
No podía soportar la idea de que los niños volvieran a sufrir las consecuencias de un secuestro.
No se pueden tenerlo todo, incluso si le dolía, debía tomar la difícil decisión de dejar a los niños con Alejandro.
La seguridad era lo más importante.
Ximena abrazó a Nicolás y a Leo al mismo tiempo.
Los cuatro estaban juntos en un abrazo cercano.
Ella inhaló suavemente y les susurró: —Mis amores, mamá siempre está aquí. Pueden ver a mamá en cualquier momento que quieran, ¿pueden aguantar un poco más?
Nicolás y Liliana asintieron repetidamente, pero Leo no hizo ningún gesto.
Ximena soltó ligeramente a Leo y miró hacia abajo.
—Leo?
Leo levantó la mirada y preguntó con precaución: —¿Puedo quedarme con mamá en el futuro?
Al escuchar estas palabras, Ximena sintió como si le hubieran clavado un cuchillo en el pecho.
Se apresuró a responder: —¡Claro! Tú también eres un