—Liliana.
De repente, una voz interrumpió las palabras de Luciana.
En la entrada del salón de baile, Fabián estaba de pie apoyado en su bastón.
Liliana y Luciana miraron hacia Fabián, al igual que Wilmer, que se había acercado.
Al ver a Fabián, Liliana y Luciana, aún pensando en su conversación anterior, no pudieron responder de inmediato.
Fue Wilmer quien, con bocadillos en la mano, se acercó sonriendo:
—¡Vaya, amigo! ¿Tú también viniste?
Le ofreció la comida a Fabián:
—¿Quieres?
Fabián sonrió y declinó cortésmente:
—No, gracias. ¿Qué haces tú aquí?
Wilmer respondió:
—¿No sabes? La escuela está colaborando con nuestra estación de policía para mantener el orden. Solicité un puesto para venir a acompañar a Liliana.
Fabián no dijo nada más, solo sonrió amablemente a Wilmer:
—Si tienes trabajo que hacer, puedes irte. Yo puedo acompañar a Liliana.
—¡De ninguna manera! —rechazó Wilmer—. Me he arreglado especialmente para Liliana. Amigo, si quieres competir por una chica, adelante, pero no i