Nicolás respondió:
—Está saliendo ahora mismo.
Apenas terminó de hablar, Simona se levantó de un salto y dijo a Ximena:
—¡Xime, vamos nosotras también!
Ximena la miró resignada:
—¿Quieres seguirlos?
—Es una oportunidad perfecta, ¿cómo no voy a supervisar? —replicó Simona. Luego se dirigió a Mariano—: Tú quédate aquí esperando a tu amigo, Xime y yo saldremos un rato.
Mariano apartó la vista de su teléfono y miró a Simona con cierto reproche:
—¿Cuándo vas a mostrar tanto entusiasmo por mí?
Simona lo ignoró, tomó del brazo a Ximena y ambas salieron.
Ximena conocía la dirección de la funeraria de Liliana. Cuando llegaron, vieron un Porsche Cayenne estacionarse en la acera de enfrente. Acto seguido, un hombre apuesto y atlético bajó del vehículo.
Simona, con su vista aguda, agarró la mano de Ximena emocionada:
—¡Xime, mira! Ese chico debe ser Wilmer, ¿no?
Ximena observó a Wilmer y comentó:
—Tiene una complexión fuerte y atlética, debe ser Wilmer sin duda.
—Desde el coche no podremos oír lo