— Sí — respondió Fabián —. Respetaré todas tus decisiones y acciones.
— ¡Eso significa que no me tienes en tu corazón! — gritó Liliana, incapaz de contenerse —. Si te importara, ¡no dirías algo así! Mi papá ama tanto a mi mamá que no soporta que ella hable ni una palabra con otros hombres.
Fabián replicó:
— Eso es posesividad, no tiene nada que ver con el amor.
— ¡Sin amor no hay posesividad! — insistió Liliana —. No busques excusas para justificarte.
Fabián miró a Liliana con un deje de resignación en los ojos:
— Liliana, cada persona ama de manera diferente. Algunos apoyan, otros respetan, y otros controlan. Mi cariño hacia ti se basa en el respeto, en respetar todas tus decisiones.
— ¡Mentira! — explotó Liliana —. Si respetaras mis decisiones, ¡ya habrías aceptado estar conmigo!
— Es una cuestión de principios — respondió Fabián, manteniendo la calma a pesar de los gritos.
Con lágrimas de frustración, Liliana exclamó:
— ¡Qué principios ni qué nada! La verdad es que no me amas lo suf