Las lágrimas rodaban por las mejillas de Liliana.
—¿Por qué en todos estos años nunca mencionaron nada de esto?
Leo respondió con voz suave:
—Si no fuera porque temo que seas demasiado blanda cuando te enfrentes a problemas, no mencionaría estas cosas que te asustan. ¿Ahora sigues pensando que Leo es despiadado y sin escrúpulos?
Liliana negó rápidamente con la cabeza:
—Ya no. Entiendo lo que quieres decir. Si no derrotas al enemigo de un solo golpe, las consecuencias serán interminables.
Leo asintió, sacó un pañuelo y se sentó junto a Liliana para ayudarla a secarse las lágrimas.
Luego la abrazó para consolarla:
—Ya está, Liliana, no llores más. Todo esto ya es pasado.
Liliana abrazó fuertemente a Leo:
—Leo, ¿podrían tú y Nicolás no hacer cosas tan peligrosas en el futuro? No quiero perderlos.
—No lo haremos —dijo Leo con una leve sonrisa—. Estaremos siempre a tu lado.
—Mm...
El almuerzo de ese día dejó a Liliana con un sentimiento de gran pesadez. Además de preocupación, solo sentía m