Simona:
—Lo preparamos en secreto sin decírtelo. No te preocupes, no molestaremos a tu esposo.
Esposo...
El rostro de Ximena se puso rojo de repente.
Paula se acercó a la puerta y gritó hacia afuera:
—¿Realmente quieren entrar?
—¡Por supuesto! ¡Abran la puerta rápido!
Paula contuvo la risa: —En la habitación de enfrente, les hemos preparado cinco vestidos ajustados. ¡Si ustedes, los padrinos, se los ponen, les abriremos la puerta!
Afuera, Mariano, Luis y los demás se miraron atónitos.
—¿Están locas? ¡Quieren que nos pongamos vestidos ajustados!—, se quejó Mariano.
Luis rápidamente lo agarró del brazo y susurró:
—¿Por qué no fingimos que nos los pusimos? De todos modos, ellas no pueden vernos.
—¡No intenten hacer trampa!
Mientras discutían qué hacer, la voz de Paula volvió a salir de la habitación.
—¡Después de ponerse los vestidos, envíen una foto a Simona, o ni sueñen con que les abramos la puerta!
Luis hizo una mueca: —Esta petición es demasiado extraña, ¿no pueden cambiarla por o