Ximena, sin entender completamente la situación del alcoholismo de Samuel, se dio cuenta de que rechazar la invitación directamente podría significar perder alguna información útil.
Así que borró el mensaje y lo editó de nuevo:
—De acuerdo, voy para allá ahora mismo.—
Veinte minutos más tarde, Ximena llegó a la puerta de la mansión de Samuel. Rita la llevó arriba y hasta la puerta de la habitación de Samuel.
Antes de abrir la puerta, Ximena percibió el fuerte olor a alcohol que emanaba del interior de la habitación.
Frunció el ceño y preguntó:
—¿No fue a la oficina durante el día?— Rita respondió:
—Hace unos días sí fue, pero estos últimos días no ha ido, ni siquiera ha tocado la comida que le llevamos.
Ximena bajó un poco la voz y preguntó:
—¿Ha pasado algo? ¿Ha venido alguien recientemente a la mansión?
—No,— respondió Rita. —Si no fuera porque me preocupa que al señor le pase algo y me afecte a mí, tampoco me preocuparía tanto.
Ximena asintió y dijo:
—Entiendo. Voy a entrar