—¡Yo solo dije que es una bastarda, y qué! ¡¡Es una bastarda!!
¡Pam!
Nicolás le dio un puñetazo directamente en la cara al niño delgado, tirándolo al suelo.
La familia del niño se sobresaltó y rápidamente lo levantaron.
Luego señalaron acusadoramente a Ximena:
—¿No puedes controlar a tus hijos? ¿Ya no hay ley y orden?
¡¿Con qué derecho golpea a mi hijo?!
Ximena soltó a Liliana y se puso de pie, sonriendo:
—Aún no he ajustado cuentas con sus hijos y ya están culpando al mío. Mi hijo solo protegió a su hermana, hizo lo que un hermano mayor debe hacer. Aunque no debió golpearlo, yo lo apoyo. Si quieren llamar a la policía, no hay problema, sentémonos a resolver esto entre nosotros.
—¡Eres una sinvergüenza!— Un padre le gritó a Ximena. —¿Así educas a tus hijos?
La sonrisa de Ximena no le llegó a los ojos:
—¿Yo soy la sinvergüenza? ¿Ustedes sí educan bien a sus hijos? Si tienen tanta clase, ¿por qué molestan a mi hija sin razón?
—¿Tienes pruebas?— Dijo el padre. —¿Quién dice que no fue t