—¡Señor Torres!
Mario exclamó bastante asombrado: —¿Qué le pasa? ¡Ahora mismo llamo a un médico!
Mientras hablaba, Mario intentó sacar su teléfono móvil apresuradamente para hacer de inmediato una llamada.
Diego bajó la mirada, levantó la mano con dificultad y golpeó fuertemente el teléfono de Mario.
—Escúchame. En cuanto a lo que sucedió hoy, si alguien más, además de nosotros dos, llega a saberlo, ¡haré que tu familia entera pague un alto precio por ello!
Mario afirmó con fuerza: —Señor Torres, por favor, no se preocupe. He estado trabajando con usted durante muchos años, sé discernir claramente la importancia de las cosas y nunca revelaré una sola palabra.
Diego levantó los párpados, le echó un leve vistazo y luego golpeó repetidamente su hombro con la mano.
—Mario, recordaré este favor.
Mario se asustó tanto que sus piernas se volvieron débiles, sus hombros se encorvaron al instante, y negó repetidamente con la cabeza: —Señor Torres, está siendo demasiado amable.
Diego se limpió ca