Una luz algo cegadora comienza a aparecer por todos lados y apresuro mi caminar.
Llego a lo que de lejos parece la cordillera de una montaña normal, pero poco a poco al acercarme toma forma de un castillo bien camuflajeado entre las rocas, luego una voz a lo lejos.
– Vaya, hoy llegaste temprano.– Dice pero no puedo verla.
– Hoy no madre.– Respondo sin ápice de alegría como siempre suelo hacer.
– ¿Enojado? ¿Peleaste con ella acaso? – Dice con tono esperanzador.
– Ojalá hubiese sido una discusión solamente...– Susurro.
Llego al castillo y subo a una de las torres más alejadas y altas. En resumen, mi habitación. Entro y coloco a isabel con cuidado en mi cama, me acerco a la ventana y cierro cortinas, me devuelvo y me quedo levantado a un lado de isabel.
Me recuesto de una de las vigas de la cama la cual tiene unas cortinas de un