13. Recuerdos
—Isabel, recuerda comportarte bien. Mañana temprano nos iremos. —mi padre, un hombre distinguido, fuerte y sin duda honesto y responsable, que trabajaba como chofer para el señor Clent, el patriarca de la familia que, con solo su mirada, imponía respeto.
No permitía que jugara con su hijo debido a las diferencias de clase, aunque en ese momento solo tenía 8 años. Ese día, cuando mi padre partió para llevar al señor a su oficina, mi madre, quien desempeñaba el rol de ama de llaves, me llevó al comedor de empleados y me sirvió el desayuno.
—Come, debes ir al colegio. Tu papá vendrá por ti y te llevará. —recuerdo el sabor de la avena con trozos de chocolate, la leche caliente y la banana.
Al regresar, José y Alessandro me esperaban sentados en las escaleras. Corrí hacia ellos para abrazarlos; ambos habían prometido luchar por mi corazón, a pesar de mi inminente partida. Pasamos el día jugando hasta que José pidió permiso para ir al baño.
—¿Isabel? —Alessandro se acercó a mí con una r