CAPITULO 60

Me quedé estupefacta.

¿Una crisis? Realmente Diego se fumaba algo que lo hacía tener alucinaciones. El pobre de Ernesto se quedó impresionado por aquella respuesta y después de que su semblante nos diera a entender que no podía creerlo, asintió un poco apenado.

—Lo siento, pero es la única que disponemos. Saben que tiene dos habitaciones, si el problema es compartir... la cama. —Esto último lo dijo en un murmullo casi inaudible.

Lo miré con la boca abierta, mientras Diego solo reía divertido por la situación. Ernesto sudaba y apartó la vista por la vergüenza. Pobre hombre.

—Está bien, Ernesto. Y disculpa por no haberte aviso con antelación —se disculpó Diego, para nada sentido por su omisión. Ernesto asintió y nos acompañó hasta el elevador para que fuéramos al último piso, d

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