Mi jefe era un idiota, y aún no podía comprender por qué no podía actuar como antes con él, por qué me empeñaba en inmiscuirme tanto en su vida privada. Él y yo no éramos absolutamente nada, y yo no estaba interesada en él de esa forma, entonces… ¿por qué me daba tanta curiosidad saber más cosas sobre él?
Cogí el teléfono, sin poder quedarme dormida, y abrí la conversación que mantenía con él, para luego escribir un mensaje.
Yo:
“Sé que no tengo derecho a inmiscuirme en ti vida privada, pero … creo que deberías ser menos idiota con la gente que se preocupa por ti”
Borja:
“No, no tienes ningún derecho. No tienes ni puta idea de cómo es mi vida, Laura”
Yo:<