No sé cómo, pero me dejé arrastrar por Marta. Estábamos en un bar, lejos de casa, cerca de dónde vivía con anterioridad.
Marta fue a pedir unas copas, mientras yo bailaba lejos de la pista, pues no quería que nadie me rozase en la herida.
Y entonces sucedió, aquel olor invadió mis fosas nasales, y supe en ese justo instante a quién pertenecía. Me giré y entonces le encontré de frente, a escasos pasos de mí.