Tumbada en la cama, con el apoyado sobre su brazo, mirando hacia mí, pensando en lo que ababa de suceder entre ambos. Era justo así, como me encontraba.
- Deberíamos irnos a vivir juntos – comenzó él, provocando que ladease la cabeza, para mirarle – tu y yo.
- ¿Y qué pasa con Sonia y Alfonso?
- Me da igual Sonia y Alfonso.
- Se supone que hay algo entre vosotros, ¿cómo va a darte igual?
- Es una locura ¿no? – preguntó, mientras me acariciaba los pechos desnudos – pensar en un futuro contigo.
- Ya hemos hablado sobre ello, Salva – me quejé – hemos dejado claro que no podemos ser amigos.
- ¿y otra cosa? – preguntó, mientras bajaba su mano por mi abdomen, deteniéndose en mi vientre - ¿tampoco podemos ser otra cosa?