—Ey, Max, ¿dónde vas? —Su amigo lo interceptó cuando salió detrás de Zafiro y el encontronazo evitó que pudiera dar con ella antes de que se escapara del club.
—Ahora no, Marco, tengo que encontrarla. ¿Viste por dónde se fue? —preguntó, nervioso y muy frustrado porque no recordaba la última vez que había deseado tanto a una mujer y se le escapaba de esa forma.
Su amigo le dirigió una mirada a su atuendo y comenzó a comprender lo ocurrido.
—¿El gato intentando cazar a la ratoncita? No me digas, por las pintas que traes debes tener las bolas azules. —Maximiliano bufó e intentó esquivarlo, pero su amigo se puso de nuevo frente a él—. La gente te está mirando, no puedes salir corriendo de esa forma detrás de una cliente.
—No habría necesitado correr si no te hubieras puesto en mi camino —se quejó y quiso regresar a su oficina para no escucharlo, pero tras lo ocurrido allí lo que necesitaba era aire fresco.
—Me puse en tu camino porque estabas dando un espectáculo. ¿Qué te está pasando? ¿C