* CANDICE *
—Confirma la reunión con el equipo de publicidad de nuestros clientes para esta noche —dijo Giovanni, hundiéndose en su cómodo asiento de primera clase, mientras las luces tenues del avión creaban una atmósfera de calma.
A su lado, abrí mi laptop, sumergiéndome en mi trabajo.
Por el rabillo del ojo, noté cómo se colocaba su antifaz listo para tomar una siesta, mientras un suave murmullo de música clásica llenaba el espacio, creando una barrera entre nosotros por el resto del viaje.
Aquello me llenó de alivio. Mi jefe estaba claramente molesto conmigo; los chupetones en mi cuello le dieron una idea bastante clara de cómo iba mi relación con mi esposo.
Tal vez esto lo haría desistir. Ambos estábamos casados y, en teoría, nuestros matrimonios iban más que bien. No existe ninguna necesidad de que continuemos traicionando a nuestras parejas.
Lo de aquella vez… fue un error. No tenía por qué repetirse.
Cuando llegamos a Viena, nos dirigimos a nuestro hotel, un elegante edificio