—Tienes razón, ¡no te creo! —sonreí.
—¿Quién crees que soy? ¿Crees que solo pienso en sexo? —y él mismo sonrió ante su pregunta, porque yo no respondí.—¡Solo me pasa cuando estoy contigo, gatita! —Volví a sonrojarme, aparté la cara de él e intenté colocarme los mechones que se me habían salido de la trenza detrás de la oreja. Aunque lo más probable es que solo fuera otro intento de ligar...—En cualquier caso, a modo de prueba, he comprendido que no es cómodo hacerlo en el coche. —Se puso el suéter y miró con interés por la ventana. Luego se puso el abrigo y salió del coche.—Kis, vamos a hacer un muñeco de nieve —dijo asomándose al interior y sonriéndome con tanta sinceridad, mientras yo me ponía el abrigo.&m