—¡Oh por Dios! Qué coincidencia encontrarlos aquí.
—¡Hola!—saludó John, evidentemente alegre.
Camille no perdió el tiempo y se acercó para besar las mejillas de ambos. Primero el castaño, y luego Thomas. En este último se demoró más tiempo a propósito. Sus labios húmedos se posaron suavemente en su piel. Se estremeció como nunca antes al besar a un hombre.
No quiere imaginar lo que sentiría si besara sus labios.
Luz se acercó con cautela a John, creyendo que no la veía.
—Hola…
—Luz ¿Qué tal? ven, siéntate a mi lado.
La muchacha tomó una silla y se sentó junto a él. A Thomas simplemente le sonrió.
—¿Ya comieron? ¿Quieren una hamburguesa?
Thom contuvo las ganas de patearlo por debajo de la mesa. Si las invitan, significa aguantar por un par de horas más a la colorina que no disimula para nada su interés en él.
—¿Qué dices amiga? ¿Te apetece?
—Si claro.
Con esa respuesta Camille se levantó de la silla que deliberadamente había tomado para sentarse al lado del médico. Tomó a