Pago adelantado

—Ves, no quería preocuparte... —comenta por mi silencio.

—No, yo... solo estoy pensando, tal vez podría pedirle a mi padre, sería una tontería para él.

—¿A tu padre? El mismo que me desprecia porque no puedo darte lo que mereces, si se lo pides, te recordará que te lo advirtió.

Felipe está enojado consigo mismo y me hace sentir mal, que se sienta inferior. Me acerco a él y coloco mi mano en su mejilla para hacerle saber que le comprendo, a pesar de la mentira. Nada le molesta más a él que mi padre haciéndolo sentir menos por su falta de dinero, tal vez por eso se aceleró en tener una empresa, tal vez por eso las deudas, quiso hacerle ver a mi padre que se ha equivocado con él.

—Necesitamos ayuda y sé que ha dejado de hablarme, pero es mi padre y no creo que me desampare en un momento como este.

—Bien, iré a cambiarme.

Asiento, beso la comisura de sus labios y permito que se vaya, veo el teléfono de mi casa y me acerco a él para comunicar a mi padre, marco su número y contesta.

—Buenas noches, ¿Con quién hablo?

—Buenas noches, papá, es Lucía, tu hija —digo con timidez.

—¿Ya no estás casada? ¿Ya viste que ese tipo te dejó en la calle como te dije? Esa vida de pobre no debió ser muy buena para ti como para que estés llamando.

—Papá, aún sigo casada con él.

Ruedo mis ojos, mi padre solo me ha respondido para asegurarse si ya puedo ser su hija.

—Entonces no me llames papá.

—No cuelgues por favor, te necesito, es una emergencia. —aprieto mis ojos y espero que continúe con la llamada.

—¿Estás en un hospital? —se preocupa—. Te dije que ese tonto no tendría para una situación como esta.

Continúa despreciando a mi esposo.

—No estoy en el hospital papá, y él intentó estar a la altura, de verdad, pero ahora tenemos deudas y necesito tu ayuda.

—¡Jamás! Que lo resuelva él, es tu esposo.

—Papá, si de verdad pudiera resolverlo, no estaría pidiendo tu ayuda.

—Y no puedes pedírselo a la familia de él porque es igual de pobre, ¿no?

—Papá, no empieces.

—Al desobedecerme Lucía, perdiste los beneficios de la gente rica, una vida sin deudas por ejemplo...

—Papá, por favor —empiezo a enojarme.

Él se queda callado por unos segundos y luego responde.

—La única forma que te ayude Lucía, es que dejes a ese pordiosero y cumplas tu papel como hija casándote con un buen hombre, un yerno que no sea una vergüenza para mí.

—No pienso dejar a Felipe —me niego.

—Entonces resuelve tu deuda.

Corta la llamada y me enojo dejando el teléfono, ¿Aún sigue con eso? Me volteo cruzándome de brazos y Felipe se hallaba ahí, él se cambia muy rápido.

—¿Dijo que no? —está preocupado.

—De hecho, pidió que te dejara y que me casará de nuevo, con alguien que él quiere, solo así podría ayudarnos... pero tranquilo, lo rechacé, lo resolveremos —me acercó a él y lo abrazo, pero eso no parece dejarlo tranquilo.

—Acepta —me toma por los brazos y me aleja.

—¿Qué? No.

—Sí, te mereces algo mejor.

—¿Por qué siempre mencionas eso cuando se trata de lo material? ¿Acaso lo mejor no es el amor que nos sentimos? Yo quiero merecer un verdadero amor, no un matrimonio donde el dinero nos mantiene vacíos.

—Si te amara, no te haría pasar por esto —agacha su rostro.

—No, Felipe, cariño, no te menosprecies. Ven, comamos juntos, ya lo resolveremos.

Tomo su mano y hago que se siente en la mesa, pero por más que hago lo posible para tener una cena como las otras noches, todo se torna al silencio incómodo. Y sé que no era por la deuda, era por la propuesta de mi padre, tal vez debí callarme la boca, pero si se lo dije era para serle sincera y que lo aprecio mucho como para no tomar eso tan absurdo, soy feliz, me casé por amor.

Luego de cenar, Felipe me ayuda a limpiar, una vez que acabamos, nos fuimos a la cama juntos, nos abrazamos y sentí su amor, pero también sentí lo mal que estaba.

—Te amo —le digo y él besa mi cabeza.

—Te amo.

***

Al día siguiente, me levanté temprano y comencé a sacar las cuentas y organizarlas, tendré que sacar de mis ahorros, pero aún falta por cubrir la deuda.

—¿Qué haces? —se aparece mi esposo y hace que pegue un pequeño brinco del susto.

—Ayudándote, tal vez podamos llegar a un acuerdo y que nos den más tiempo para pagarlo, puedo vender unas pinturas y conseguirte clientes para la construcción, y sé que no quieres que use mis ahorros, pero yo... —estaba muy motivada y él me interrumpió.

—Acabo de hablar con tu padre —me dice y lo veo.

—¿Por qué hiciste eso? —me enojo.

—Vas a aceptar lo que él te está pidiendo Lucía, no podremos pagar esa deuda, aunque tengamos un año para hacerlo, necesitamos pagarlo ya.

—¿Y la mejor opción es vendiendo a tu esposa?

—Lo estuve pensando toda la noche y créeme que no estaría insistiendo ahora si no estuviera acabando de hablar con tu padre —me comenta—, tu contrato matrimonial será por un año, tu padre tiene el contacto para anular el nuestro hoy mismo.

—Felipe —lo regaño.

—Cariño, solo será por un año, solo debes aparentar ser su esposa, tu y yo podemos seguir viéndonos como amantes —me sonríe.

—¿Así te dijo mi padre? —Estoy segura de que lo enamoro con esa mentira.

—Así creo que podría ser, me amas, haremos este sacrificio para poder seguir juntos después, además ofreció más dinero si te divorcias, podríamos usarlo para un nuevo comienzo.

—No lo sé, Felipe —arrugo mi nariz—, mi padre nunca quiso que me casara contigo, ¿De verdad crees que lo dejará fácil ese contrato?

—Podemos ir a leerlo, cuando lo tenga listo, así que tranquila —me sonríe—, voy a hacer el desayuno y luego iré al trabajo.

—¿No iremos al banco? —le pregunto y él se acerca a mí para besar mi cabeza.

—No, tu padre lo resolverá.

—¡Felipe! No nos has comprometido con él, ni que hubieras aceptado un adelanto sin leer el contrato.

—Y con más razón debes aceptarlo. —dijo feliz antes de ponerse a cocinar.

Lo que me hace pensar que sí, mi padre le ha dado un adelanto.

***

Aproveché que mi esposo fue al trabajo y fui a la ciudad, a enfrentar a mi padre por haber comprometido a Felipe de tal manera, claro, él se ve necesitado y lo usó. Abrí la puerta de su oficina que queda en la casa, irrumpiendo su trabajo.

—¿Cómo se te ocurre manipular a mi esposo dando un adelanto?

—Yo no lo manipulé, él lo pidió como garantía, el muy tonto creía que no hablaba en serio —me respondió sin mirarme—, y hablé muy en serio sobre que lo dejes.

—No estuvo bien.

—No está bien que hayas entrado así, ¿dónde quedaron tus modales? —me pregunta y sé por qué lo insinúa, cree que Felipe no tiene educación—. Además, él me llamó pidiendo ayuda y yo solo volví a dejar en claro mis peticiones, no pueden pagar las deudas Lucía, ¿Qué piensas hacer sin mí? —levanta la mirada de sus papeles.

En parte tiene razón, no tengo a quién más acudir. Doy un suspiro, rindiéndome.

—¿De verdad dura un año el contrato?

—Como me encantaría que dure más, pero si, es lo que me han ofrecido.

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