El dolor no existe, la sangre de mis enemigos borra el remordimiento. Soy un asesino, soy un asesino, soy un asesino, y soy tu destino, tu único destino. No intentes cambiarlo por todos los caminos te conducen hacia mi infierno.
Lucían
Coloco una silla delante de la hermosa mujer y tomo asiento, no tengo pensado ser demasiado sádico con ella, aunque sí quiero extender lo más que se pueda la sesión. Es realmente bella, es una lástima que una mujer como ella se pierda de esta manera. Respiro despacio, sin apartar la vista de su rostro, se remueve, vuelve a la realidad. A su final.
Mueve la cabeza en ambas direcciones hasta que sus ojos se detienen en mí. Le sonrío y me sorprendo al no ver ni un solo atisbo de miedo en su rostro. Su mirada se endurece y una tenue sonrisa se forma en sus perfectos labios carmín.
—¿Quién eres? —cuestiona en su idioma.
Su tono es frío, soberbio.
—Tu muerte. —Se sonríe divertida y toma una respiración profunda.
—Entonces este es tu final —alega y eleva la mi